Sublime

 

Una película argentina, con gran protagonismo de la música y centrada en una tierna historia de autodescubrimiento. Sólo le falta meter alguna alusión a una librería, otra al Tour de Francia y quizá un viaje a París y otro a Barcelona para reunir todos mis temas preferidos y ser el mejor reclamo hecho película para mí. Bromas aparte, Sublime, la película de Mariano Biasin estrenada ahora por Filmin (siempre Filmin) lo tiene todo para atraerme. Y lo consigue con creces. En la segunda línea de la sinopsis ya estaba totalmente dentro de la película. Al terminarla, claro, mucho más, por la forma en la que está contada esta historia de un chico que se enamora de su mejor amigo desde la infancia con el que comparte además un grupo de música que es su gran ilusión.

Mas allá de mis filias y querencias, Sublime es una película llena de virtudes y tocada por la gracia de la sutileza, por el talento del buen cine de personajes que se toma su tiempo para contar una historia sin subrayados ni grandes solemnidades, llena de verdad. Es una película encantadora y delicada, realmente irresistible, que está extraordinariamente bien escrita, con diálogos muy frescos, muy naturales, y también extraordinariamente bien interpretada. No es una película en apariencia ambiciosa, pero logra algo poco común, captar un pedacito de vida, crear personajes de carne y hueso, quedarse en la memoria del espectador días y días después de hacerla visto.

Manuel (Martín Miller) tiene 16 años y forma parte de una banda de rock con sus amigos, entre los que está Felipe (Teo Inama Chiabrando), que es su mejor amigo desde la infancia. De hecho, la película comienza con un vídeo casero en el que se ve cómo desde niños ambos tienen una amistad especial. Los dos se divierten junto a sus amigos, ligan con chicas, hablan de intrascendencias y temas más profundos. Entramos dentro de ese grupo del rock y nos queremos quedar con ellos. La película capta a la perfección la ligereza y despreocupación juvenil, pero también con sus temores, sus dudas, sus descubrimientos.

No hay momentos de grandes revelaciones, la película es muy sutil, pero pronto entendemos que Manuel empieza a sentir algo por Felipe. Algo que no había sentido antes, que le desconcierta. A través de miradas y silencios, también de sueños, el joven protagonista suma a la confusión típica de la adolescencia ese enamoramiento por su mejor amigo que no esperaba y tanto le trastoca

En Sublime se ruedan con una frescura extraordinaria los ensayos del grupo y disfrutamos de las canciones, que me acompañan (y quien dice acompañan dice obsesionan) desde que la vi. Rock argentino con letras intensas de amores, desamores e ilusiones, que son una parte trascendental de la película. Las canciones, que en cierta forma les sirven a los personajes para expresar lo que sienten sin verbalizarlo abiertamente, están compuestas por Emilio Cervini. La mayoría de los actores del filme no tocaban instrumentos ni cantaban, así que tuvieron que aprenderse las canciones para la película, lo cual aporta una frescura especial a las escenas de los ensayos. Otro pilar del filme son las interpretaciones de los jóvenes, en especial de los dos protagonistas, y lo bien tratados que están los temas como la amistad, el autodescubrimiento, la familia y el amor. Una película tan chiquita como encantadora. No me la perdería.

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