Danza en la jornada de reflexión


Como en la jornada de reflexión ya no se puede pedir el voto, es un clásico que los medios nos cuenten cómo han pasado el día los candidatos. Es una pena que ninguno de ellos eligiera acudir ayer por la tarde al Teatro de la Zarzuela en Madrid a disfrutar del programa Europa de la Compañía Nacional de Danza. Hubiera sido una buena cura de armonía y belleza tras dos semanas de mítines, bulos, mentiras y griterío. Además, como todas las demás instituciones públicas, la compañía estará condicionada por quiénes estén al frente del ministerio de Cultura en el gobierno central tras las elecciones de hoy. Pero, claro, para que los políticos hubieran decidido pasar la jornada de reflexión gozando de la danza les tendría que interesar la cultura en general y la danza en particular. Teniendo en cuenta la ausencia total de debate sobre cuestiones culturales en la campaña electoral, no parece el caso. 


El plato fuerte del programa Europa, que termina hoy, es el estreno absoluto de A tu vera, la pieza dirigida por Joaquín De Luz, director artístico de la compañía, y que cuenta con coreografía de Sara Calero y el propio De Luz. Es una obra fascinante que, como cuenta Calero, provoca una eclosión “al unirse la admiración de Joaquín por el flamenco y la mía por el ballet”. Porque eso logra esta pieza, entremezclar lo mejor de la danza y del flamenco. Es una obra que cuenta además con una preciosa escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda que da mucho juego y que tienen una presentación teatral. 


Uno de los puntos fuertes de A tu vera es que los músicos están también en el escenario, al lado de los bailarines, como si estuviéramos en una calle de un pueblito andaluz en el que alguien saca una guitarra y comienza la fiesta. Allí están Javier Conde a la guitarra, Pablo Martín Caminero al contrabajo, Miriam Hontana al violín y Barbabas Hangonyi al chelo. El conjunto es maravilloso.


Los dos mundos, el de la danza clásica y el flamenco, cuentan con una buen legión de puristas, pero el arte es siempre mezcla, atrevimiento y experimentación. Por eso es tan valiosa esta creación que ahora estrena la Compañía Nacional de Danza, por la idea de poner a dialogar estos dos estilos y, sobre todo, por la forma en la que lo logra, tan armoniosa, tan sutil, tan expresiva. Hay momentos en los que la música, siempre con la guitarra al mando, ese sonido prodigioso de la guitarra española, tiene ritmos claramente flamencos, pero los pasos de los bailarines son clásicos. Otros momentos en los que hay taconeo flamenco puro, para después dar paso a una coreografía bellísima de cuatro parejas de la compañía. Hay una bailarina con tutú y ritmos flamencos, otros con aires de danza árabe. Hay, en fin, talento para regalar en esta creación que comprime bien la esencia del enfoque del actual director de la Compañía Nacional de Danza, que hace de la versatilidad y la mezcla de estilos una de sus señas de identidad


La sesión de ayer en la Zarzuela fue especialmente emotiva, ya que acogió dos despedidas de la compañía. Tras la representación de Bella Figura, la obra onírica y a medio camino entre la realidad y la fantasía creada por Jiri Kylián, la ovación del público fue especial. Parte del público no sabíamos bien qué estaba ocurriendo, porque uno de los bailares, Isaac Montllor, recibió rosas de sus compañeros, un aplauso especialmente cálido y hasta el homenaje en el escenario de familiares y amigos. Después supimos que era porque Montllor se retira de los escenarios y abandona la compañía. Tras Sad Case, de Sol León y Paul Lightfoot, hubo otro momento de homenaje, en este caso, a Iker Rodríguez, que recibió un ramo de flores y una emotiva ovación. 


Esas dos piezas con las que se abrió la noche, Bella Figura y Sad Case, formaron parte también del programa Pura Danza con el que hace casi un año abrió temporada la Compañía Nacional de Danza. No importa lo más mínimo haberla visto antes, porque la primera impacta y la segunda sorprende igual. En la primera de ellas, nada más entrar al teatro el espectador se encuentra con los bailarines ensayando en el escenario porque forma parte de la pieza. Su creador se pregunta cuándo comienza realmente una actuación y cuándo termina, también qué es una mascarada, si el vestuario que se ponen los bailarines para actuar o la ropa de calle. La pieza, entre la fantasía, el sueño y la realidad, es muy especial y termina con una pareja de bailares (en el caso de la sesión de ayer, Kayoko Everhart y Alessandro Riga) en el escenario bailando sin música y con unos candelabros de fondo. Un final sublime. Sad Case, por su parte, innova al incluir mambo, fragmentos de película y música de muy diversos estilos, con un enfoque cómico y sensual. 


Ayer fue estupendo pasar la jornada de reflexión disfrutando de la danza y hoy también será un muy buen plan para quienes acudan a la Zarzuela el día de las elecciones. Cualquier día, en realidad, es bueno recordarnos la belleza que el ser humano es capaz de crear, lo mucho que nos aporta la cultura, pero cuanto más ruido hay ahí fuera, más imprescindible nos resulta



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