Arny, historia de una infamia


Cuenta el periodista Juan Sanguino en la serie documenta Arny, historia de una infamia, que creció en una España en la que sólo se hablaba de homosexualidad en televisión para hacer chistes de mariquitas o para hablar (generalmente, desinformar) sobre el sida. Tras el caos Arny, la trama de supuesto abuso de menores en un bar en Sevilla frecuentado por hombres gays, también empezó a hablarse de la homosexualidad en la televisión para asociarla con depravación y pederastia. El demoledor retrato del papel de la prensa en la cobertura del caso Arny es uno de los aspectos más destacados de esta docuserie de tres capítulos que cuenta con testimonios de prácticamente todas las partes implicadas en aquel juicio, incluido uno de los más mediáticos acusados, que jamás pisó ese bar y fue absuelto después de más de dos años de calvario y de juicios paralelos, Jesús Vázquez, quien habla de la tremenda injusticia que sufrió. 

 
En 1996 se hizo pública la investigación policial sobre una supuesta trama de corrupción de menores en el bar Arny. Poco después se empezaron a publicar nombres de acusados, todos ellos absueltos finalmente, entre los que estaba el cómico Jorge Cadaval, el presentador Jesús Vázquez, el artista Javier Gurruchaga, el juez de menores Manuel Rico Lara, un marqués o un hermano de María del Monte... Los acusadores eran testigos protegidos, así que los acusados no tuvieron derecho a saber quién los había denunciado. En esta docuserie, ya digo, muy bien documentada, se muestra la chapucera instrucción del caso, hasta el punto de que la jueza instructora se negó a incluir las declaraciones en televisión del testigo con el que empezó todo el caso afirmando que todo era un montaje y que un policía le había obligado a presentar la denuncia. 

Gracias a una cronología con rótulos, el documental logra contar con claridad lo ocurrido y los distintos pasos de este proceso, que desde el principio saltó a los medios de comunicación, donde fue tratado de forma sensacionalista. En especial, en las televisiones. Los testigos, la mayoría de ellos, chavales que vivían en la calle y eran adictos a las drogas, cobraban importantes cantidades de dinero a cambio de decir lo que la tele de turno le pidiera para seguir alimentando un caso muy lucrativo en audiencias. "Si me das dinero, digo que ha venido el rey al Arny", llegó a decir uno de ellos. El caso se fue desmontando poco a poco y la credibilidad de los denunciantes que señalaron a los famosos quedó en entredicho, pero el show continuaba. 

Jesús Vázquez comparte lo mucho que sufrió en aquel tiempo. Explicó el trato cruel que recibió desde el principio, el calvario que padeció su madre, a la que incluso mintieron él y sus hermanos cuando estaba muy enferma en el hospital poco antes de morir, para que se fuera con la tranquilidad de que su hijo había sido absuelto. También abogados que participaron en el proceso y periodistas que siguieron el caso hablan a cámara, incluido Carlos Saldaña, el propietario del local Arny, que fue uno de los pocos condenados finalmente por el caso. 

Lamentablemente, nuestro país tiene un largo historial de investigaciones judiciales que son tratadas del modo más sensacionalista e irresponsable que pueda imaginarse en los medios. El caso Arny fue uno de ellos y se disimuló regular la intención de muchos de asociar homosexualidad con abuso de menores. Homofobia pura y dura. Odio a las personas no heterosexuales. Hubo una caza de brujas, una intención de escarmentar a todos esos desviados, de señalar a los gays. Repugnante. Todo ello, en medio de un show, con acusados que llegaban disfrazados al juicio y personas que acudían a la entrada de la sala para pedir fotos y autógrafos a los famosos acusados, todos ellos absueltos, a los que nadie pidió perdón. 

¿Por qué se tramó este montaje? ¿Por qué se acusó a personas famosas que, en muchos casos, ni siquiera habían pisado el bar Arny en su vida? A día de hoy no se sabe, aunque en el documental se apuntan algunas teorías. Hay quien cree que todo fue una trama inmobiliaria, ya que en cuanto cerraron los bares de ambiente aquella zona se revalorizó de forma significativa. Otros afirman que detrás había una trama policial relacionada con turbios negocios en negro con las máquinas tragaperras, y no faltan quienes piensan que el montaje y la falsa implicación de famosos en el caso buscaba ser una gigantesca cortina de humo para tapar los escándalos políticos de la época, en plena descomposición del felipismo. Sea lo que sea, este documental busca hacer justicia y mostrar aquella tremenda infamia, lo que sirve para recordar la importancia de una justicia que sea justa y rigurosa y el riesgo de que los medios de comunicación actúen de forma sensacionalista e irresponsable, y eso que en aquel tiempo las redes sociales no existían. El documental, de Juan Moya, puede verse en HBO Max

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