Los eternos olvidados

 

En estos días en los que ultimamos nuestra carta a los Reyes Magos y comemos siempre un poco más de lo que deberíamos con todos los suculentos postres navideños tentándonos, no está de más dedicar un momento a pensar en quienes no tienen qué llevarse a la boca, no en estas fiestas, sino todo el año. ACNUR, la agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados que siempre hace una extraordinaria labor de concienciación, ha desdoblado su campana navideña: ha recordado el drama que viven millones de personas por la guerra en Ucrania y también ha puesto el foco en una situación mucho menos presente en los medios de comunicación, la terrible hambruna que se vive en el Cuerno de África por culpa de la peor sequía en cuatro décadas. 
No se trata de amargarnos el roscón de Reyes ni de sentirnos culpables, pero sí de saber que somos privilegiados y que hay millones de personas en el mundo que no pueden alimentar a sus hijos, personas que mueren de hambre en el siglo XXI, el de los avances y los progresos, el de la inteligencia artificial y todos los asombros de la tecnología

ACNUR ofrece historias personales y datos en su revista Refugiados, que envía periódicamente a sus socios y en la que informa con transparencia y rigor de su actividad. Lo que cuenta sobre la sequía en el Cuerno de África es descorazonador. Hay 20,5 millones de personas que pasan hambre en la zona, donde 7 millones de niños y niñas están desnutridos. Esta situación, derivada de la escasez de lluvia desde 2019, provoca que 7,1 millones de personas necesiten ayuda humanitaria en Somalia. ACNUR ayuda  a 1,5 millones de personas refugiadas, desplazadas internas y población local. 

Los habitantes de Somalia, Etiopía y Kenia afrontan una insostenible subida del precio de los alimentos. La cesta básica se ha disparado un 66% en Etiopía y un 36% en Somalia. Esto, en poblaciones ya de por sí vulnerables, que se enfrentan a una crisis dramática por culpa de esta sequía. 

La crisis humanitaria en el Cuerno de África, donde viven los eternos olvidados, nos recuerda que hay millones de personas en el mundo que necesitan nuestra ayuda, que la indiferencia ante su dolor no es una opción. También nos recuerda que el cambio climático provoca muertes. En este caso, es la falta de lluvias en esta región, pero también son cada vez más numerosos los refugiados climáticos por fenómenos meteorológicos extremos u otras circunstancias agravadas por el cambio climático. Estos días llenos de propósitos para el año recién estrenado podemos dedicar un ratito, sí, a pensar en todas estas personas y en lo que podemos hacer para intentar aliviar su situación. Les va la vida en ello. 

Comentarios