Distancia sin medida

Siempre hay algo fascinante en ver una exposición retrospectiva, en recorrer a través de ella distintas etapas de la trayectoria de un artista. Las ganas de retarse, experimentar y probar nuevos estilos y técnicas son consustanciales a todo creador y eso es lo que tanto atrae de esta clase de exposiciones. Es lo que sucede en Distancia sin medida, la muestra dedicada a Manolo Quejido que acoge el Palacio de Velázquez, una de las dos sedes del Museo Reina Sofía en pleno parque del Retiro.


La exposición, que recorre cinco décadas de creación del artista, es extraordinaria. Desde su experimentación geométrica hasta sus últimas creaciones más cercanas al pop art y al neoexpresionismo. Cuadros con colores vivos y mensajes irónicos y provocadores, en ocasiones, juegos de palabras y formas geométricas con quien contempla sus pinturas. En cierta forma, hay mucha metapintura en su obra, con guiños a otros artistas y también con reflexiones pictóricas sobre el propio arte. 

En las obras de Quejido también aparece la política y la crítica social. Es algo claro en algunas de sus creaciones, con alusiones a la guerra de Irak, al capitalismo más consumista y voraz, o a la influencia de Estados Unidos en el mundo. Una de sus obras está compuesta por páginas de la sección de economía del diario El País y en algunas otras hay alusiones críticas e irónicas al mundo del dinero. 

En Distancia sin medida entra un poco todo, porque hay obras abstractas o reflexivas, con mensaje, con segundas lecturas, pero a la vez hay otras muy vitalistas y celebratorias, de explosión de color y figuras bellas. El autor relaciona de forma directa la acción de pintar con la de pensar, que tan parecidas suenan. Una de sus series, por ejemplo, retrata directamente sus pensamientos. Hay escenas cotidianas y formas geométricas, obras a todo color y otras en blanco y negro. Lo dicho, cinco décadas de libérrima trayectoria de un artista nacido en Sevilla en 1946, que formó parte de la conocida como Nueva figuración madrileña en los años 70 y que sigue creando hoy en día. Una exposición más que recomendable que se puede disfrutar de forma gratuita hasta el 16 de mayo en el Palacio de Velázquez. 

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