Close

 

Close, de Lukas Dhont, es una película tan tierna como conmovedora, tan bella como desasosegante. Es una película delicada, extraordinariamente bien contada, que acompaña al espectador mucho después de haber salido de la sala de cine. Pertenece a ese grupo de obras que precisan de sinopsis muy escuetas, casi telegráficas, para no desvelar nada de la trama. Es importante lo que se cuenta, lo que sucede en la película, pero también lo es la forma en la que se narra, ya digo, de un modo exquisito, tomándose su tiempo y con una sobriedad admirable. 
Ilusiona mucho pensar dónde podrá llegar el director de esta obra a lo largo de su filmografía, dado que tiene sólo 31 años. La madurez, la hondura en las tramas y la calidad formal del filme son, desde luego, propias de un cineasta mucho más experimentado. Es una película excelsa, a la que me resultaría imposible encontrarle defectos. Juega fuerte, muy fuerte, y aborda temas realmente duros, pero lo hace sin perder el rumbo en ningún momento, sin subrayados innecesarios, siempre con mucha delicadeza y mimo. 

Los protagonistas de la película son Léo (Eden Dambrine) y Rémi (Gustav De Waele), dos chicos de 13 años que son mejores amigos desde que tienen uso de razón. Léo duerme en casa de Rémi casi más a menudo que en su casa, montan en bicicleta juntos, juegan en el campo, van al colegio, dibujan, ríen, se ayudan, se comprenden. Tienen una complicidad maravillosa. La primera parte de la película muestra la belleza de esa relación, realzada con las preciosas imágenes de los campos de flores que trabaja la familia de Léo, entre las que los dos protagonistas, risueños e inocentes, corren y disfrutan de la vida. 

De pronto, algo sucede, algo que en un primer momento puede parecer menor, un comentario sin importancia, pero que lo cambia todo. Aquí entramos ya en el terreno en el que no conviene desvelar nada de la trama. La película comienza mostrando esa relación llena de ternura entre los dos jóvenes. Una relación que no entiende de prejuicios, ni de presión social, ni de miradas rígidas ni de roles de género. Una relación que desafía el cinismo y la crueldad de nuestra sociedad. La posibilidad de la ternura, del cariño, de los cuidados. Sólo eso. Nada más

La cinta aborda con exquisito gusto cuestiones como la amistad, lo agobiante que puede ser aquello que se espera de uno, lo dañino que es juzgar a los demás, lo mucho que pueden afectar las palabras, el acoso, la crueldad, la alta sensibilidad, las consecuencias de los actos de cada uno, la importancia de la salud mental...  El machismo oprime a la sociedad en su conjunto, porque establece roles muy determinados y cerrados, lo que se espera y lo que no se espera de un chico, lo que se tolera o no, lo que se ve como normal o empieza a parecer raro. La película muestra lo opresivo que puede ser este sistema, esta forma reduccionista de ver el mundo. Close es muy dura, imposible de ver sin que se escape una lágrima, pero también es bella, realmente hermosa. Es una defensa de la autenticidad y la ternura frente al qué dirán y los prejuicios. Es una película soberbia. 

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