Los favoritos de Midas

 

El ritmo de estrenos de series cada mes, cada semana, es tan impresionante que resulta imposible estar al día. En su momento leí sobre el estreno de Los favoritos de Midas, hace un par de años, en Netflix, pero se debieron de cruzar los quinientos ochenta y tres nuevas estrenos de la semana y nunca más se supo. La necesidad de las plataformas de renovar sus contenidos para tener siempre algo nuevo que ofrecer es un tanto agobiante si uno quiere estar al día pero una vez se renuncia por imposible a este objetivo, empeño totalmente inútil, está bien descubrir una serie o película que no es de ayer mismo y verla a tu ritmo. 
Voy al grano. Dos años después de su estreno he visto al fin Los favoritos de Midas, miniserie de seis capítulos dirigida y creada por Mateo Gil y Miguel Barros, que es una adaptación de una novela de Jack London. Es un trhiller trepidante, que logra su objetivo de resultar adictivo para el espectador hasta su desenlace. El punto de partida es muy impactante. El máximo directivo del principal grupo de medios de comunicación del país, interpretado con su maestría habitual por Luis Tosar, recibe una extraña carta en la que le amenazan con matar a una persona al azar en un lugar determinado si él no accede a su chantaje de pagarles una gran cantidad de dinero. 

Al principio, el empresario prefiere creer que es obra de algún lunático, pero los asesinatos suceden, uno a uno, exactamente donde y cuando los favoritos de Midas, que así se llama la organización que lo chantajea, le dijeron que iban a suceder. Como trasfondo de este chantaje y de la investigación contrarreloj de la policía para intentar detener los asesinatos hay una guerra de poder en el grupo mediático que dirige este empresario, cuyo accionista es un banco poderoso que financió al régimen sirio, una información publicada pese a las presiones en el periódico controlado por este empresario. Por si esto fuera poco, hay una gran agitación en las calles, un movimiento de protesta ciudadana contra la crisis económica y contra el sistema mismo. 

De lo mejor que tiene la serie, de hecho, es la recreación de ese contexto en el que las élites ven con preocupación las protestas y las revueltas callejeras. Este empresario se siente atraído por una periodista de su periódico y también mantendrá una relación peculiar con una amiga empresaria de toda la vida, que es puro cinismo, o pragmatismo, si somos amables. Ambos personajes femeninos, interpretados por Marta Belmonte y Marta Milans, reflejarán el gran contraste de clases. También destacan en el reparto Guillermo Toledo, que en esta serie nos recuerda lo gran actor que es; Carlos Blanco, perfecto siempre en cada papel que defiende, y Elena Irureta, que tiene un papel pequeño pero que lo borda como es su costumbre. 

La acción, la investigación policial, el poder, los medios de comunicación, la ambición, la adicción al trabajo, la conciliación personal y profesional, la dignidad en la defensa de unos valores, lo difícil que resulta ser coherente con uno mismo, el funcionamiento del sistema... Todos estos ingredientes maridan muy bien en esta serie, cuyo desenlace tal vez deje algo que desear, pero, en cualquier caso, sin desmerecer a la historia. Sus aciertos son mayores que sus errores. 

Comentarios