Mamma mia!


Mamma Mia! tiene todo lo que se le puede pedir a un gran musical. De hecho, es uno de los musicales que más me han gustado y llevo vistos unos cuantos desde hace ya bastantes años. Dos décadas después de su estreno, ahora llega al Teatro Rialto de Madrid una nueva producción de SOM Produce, que está detrás de otros musicales recientes como Billy Eliott, West Side Story o Matilda. Esta nueva producción del musical basado en las canciones de ABBA incluye nuevos decorados, coreografías, vestuario y arreglos musicales, entre otros aspectos. 

Es, ya digo, un musical total. En ocasiones, hay musicales que deslumbran en algún aspecto pero descuidan otros. Puede tener excelentes números musicales, grandes canciones, pero interpretaciones flojas o historias que no conectan con el espectador. Pueden epatar por la puesta en escena pero fallar en otros puntos también importantes. Mamma Mia! sobresale en todos los aspectos importantes. Por supuesto, el musical. El punto de partida, las canciones de ABBA, es un éxito asegurado. Al comienzo de la obra, basta que los músicos que interpretan en directo todas las canciones toquen algunos acordes de los temas más conocidos del grupo para que el público entre en situación y se venga arriba. No queda sin sonar ninguno de los temazos que se esperan en este musical. Todos en español, porque las letras, adaptadas para la historia, son importantes para contar lo que sucede en el escenario, están muy bien integrados en la historia. Cuando el musical ha terminado, o parece haber terminado, aún quedan tres regalos, un fin de fiesta con todo el elenco interpretando en inglés Mamma Mia, Dancing Queen y Waterloo. Para entonces, el teatro entero está puesto en pie sin ninguna gana de que acabe la fiesta.

La música en directo, con dirección de Joan Miguel y Alejandro Larraga, aporta mucho a la obra. También, claro, el libreto original de Catherine Johnson y la idea original de la historia de este musical de Judy Craymer. En su día, Mamma Mia! fue el primer musical basado en canciones de un grupo. La historia es muy original y divertida: una joven se va a casar en una paradisíaca isla griega donde vive desde pequeña con su madre y quiere saber quién es su padre, algo que ella nunca le ha contado. Un día descubre el diario de su madre y escribe a los tres hombres que, por lo que se cuenta en esas páginas, podrían ser su padre. Funciona a la perfección la trama, que además, o sobre todo, es un canto a la amistad (maravillosa la escena en la que las amigas de Donna, la madre, la animan), a las familias no tradicionales, a reconciliarse con el pasado, a intentar ser fiel a un mismo y a la relación entre madres e hijas. 

Las interpretaciones del elenco, tanto en lo que respecta a la actuación como al de las canciones, tienen un nivel soberbio. Ya digo, generalmente en los musicales tiene más peso las canciones o el componente actoral, no es fácil que todo cuadre a la perfección, que ambos aspectos tengan el mismo nivel alto. Aquí sucede. Todos lo bordan. La frescura y el talento de los jóvenes que interpretan a Sophie (Gina Gonfaus) y su prometido Sky (Jan Buxaderas) combinan a la perfección con la impecable maestría de Verónica Ronda, quien da vida a Donna, perfecta en todo momento, y el buen hacer de las intérpretes de sus dos amigas, Tanya (Mariola Peña) y Rosie (Inés León) y, por supuesto, también de los tres candidatos a padre de Sophie, Jaime Zatarain, quien da vida a Sam y que muchos recordamos de otros musicales como Más de cien mentiras; Carlos de Austria (Harry), quien protagoniza una de las escenas más tiernas junto a Verónica Ronda cuando sus personajes recuerdan un verano en París en el que todo fue perfecto, y Lluis Canet como Bill. A ellos se suma un amplio elenco que aporta con sus voces y sus bailes en las muy originales y divertidas coreografías.

Ya que hablo de las coreografías, uno de los puntos fuertes de la obra, justo es mencionar a Iker Karreras, responsable de la misma. También destacan la escenografía, cuyo diseño es de Ricardo Sánchez. Ya desde que se entra al teatro, en el hall, uno siente como si entrara en la isla griega en la que transcurre la obra. En el interior del mismo, el decorado es de esos que quitan el aliento, plataformas que se desplazan y permiten constantes cambios de escenario. Precioso y muy útil para la historia. Nos vamos del exterior del hotel a la playa, pasando por las habitaciones de los personajes. Magnífico.

Mamma Mia!, ya digo, tiene todo lo que se puede esperar de un musical, todo lo que nos encanta de este género a quienes lo seguimos tanto como podemos. Sé bien qué los musicales no son del gusto de todo el mundo, como cualquier otra cosa, claro, pero creo de verdad que un buen musical, y Mamma Mia! es de los mejores, ofrece más que casi cualquier otro espectáculo comparable: dos horas y media de emoción, buena música, entretenimiento, una buena historia y mucha energía compartida con un público entregado desde el comienzo. Hay mucho talento detrás de un musical, desde la luces hasta las coreografías, pasando por los arreglos musicales, el vestuario, la interpretación, la dirección y tantos otros aspectos. Mamma Mia! una fiesta. Muy, muy recomendable. 

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