Los Princesa de Asturias celebran las letras y el talento

 

Casi desde que tengo memoria he visto cada año por televisión la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, de los que he escrito 14 años ya en este blog. No recuerdo ningún discurso tan bello como el que pronunció ayer Juan Mayorga, ganador en la categoría de las Letras. Absolutamente extraordinario. El autor teatral compartió un precio relato, un monólogo teatral en sí mismo, sobre el descubrimiento de las letras por parte de su hija pequeña. "Ella ya había oído muchas palabras y todas podían hacerse con ese puñado de signos". Contó Mayorga que a su hija aquello le pareció lo que, si lo pensamos un poco, nos debería parecer a todos, cosa de magia. 


En el Teatro Campoamor de Oviedo, templo de las palabras como todos los teatros, Mayorga emocionó al hablar del poder transformador del lenguaje. Dijo que es fascinante cómo las palabras pueden dar tanta felicidad y hacer tanto daño, herir a una persona o enamorarla, unir a un pueblo o dividirlo, declarar una guerra o detenerla. Contó también que desde muy joven descubrió que "en un escenario cabía el mundo". Compartió su primera vez en el teatro, cuando acudió a ver una representación de Doña Rosita la soltera, de Lorca, gracias a la profesora de literatura del colegio. Mayorga acudió desde entonces de forma compulsiva al teatro, entre otras cosas, porque allí el adolescente que era se sentía respetado, porque allí de él se esperaba que reflexionara e imaginara. Se espera lo mejor, en efecto, del público teatral. 

Concluyó este maravilloso discurso reivindicando la palabra más bella asociada al teatro, compañía. Compañía, sí, porque el teatro nace de la voluntad de reunión, porque los autores reúnen letras con la esperanza de que después se reúnan en torno a ellas los actores y, más tarde, el público. Con ese mismo espíritu, dijo recoger el premio en nombre de todas las gentes del teatro. 

Esta intervención de Mayorga, la primera por parte de los premiados que se escuchó ayer, dejo las palabras flotando por el Campoamor. Todos los discursos posteriores, de algún modo, rimaron con las palabras de Mayorga. Junto a él, el resto de premiados: María Pagés y Carmen Linares, en la categoría de las Artes por sus portentosas trayectorias profesionales engrandeciendo el flamenco; Adam Michnik, en Comunicación y Humanidades por su compromiso contra el totalitarismo y por el periodismo libre; Eduardo Matos Moctezuma, Ciencias Sociales, por sus trabajos arqueológicos que nos permiten saber más de las culturas prehispánicas; Shigeru Ban, Concordia, por poner la arquitectura al servicio de los más necesitados tras catástrofes o crisis humanitarias; Yann Legun, Geoffrey Hinton, Yoshua Bengio y Demis Hassabis, Investigación Científica y Técnica, por sus investigaciones en inteligencia artificial que ya nos han cambiado la vida; el equipo olímpico de atletas refugiados, Deportes, por su labor para que ningún deportista refugiado se quede sin juegos, y Ellen MacArthur, Cooperación Internacional, por su encendida defensa de la economía circular y su compromiso en defensa del medio ambiente. 

Las palabras más recordadas de esta edición de los Princesa de Asturias, sin duda, serán las de Mayorga, mientras que la imagen del acto fue la espontánea y exquisita actuación de María Pagés y Carmen Linares. Fue un momento memorable que reivindicó la vigencia y el valor del flamenco del mejor modo posible. 

También hablaron ayer Adam Michnik, quien condenó la criminal guerra de Putin contra Ucrania y recordó que el tirano no es Rusia y que son los rusos que se oponen a la invasión quienes defienden el honor de su país. En su discurso el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, responsable de la recuperación del templo mayor del imperio mexica en lo que hoy es la ciudad de México, dijo que este premio era también para sus maestros y reivindicó los lazos indisolubles que unen México y España. Por su parte, Ellen MacArthur, que dio la vuelta al mundo en solitario, recordó la gesta de Elcano y defendió la economía circular como modelo para hacer más sostenible nuestro mundo. 

El acto concluyó con los discursos de la princesa Leonor, que hizo una glosa de todos los premiados con una muy buena dicción y ritmo, y del rey Felipe, quien además de homenajear a los galardonados defendió a la Unión Europea como proyecto de paz y convivencia en el contexto actual de la guerra de Putin en Ucrania. Un año más, la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, que concluyó con la emotiva interpretación del himno asturiano con los gaiteros por todo el Campoamor, nos regaló un cierto oasis, un refugio de conocimiento, arte y ciencia, construido, claro, con palabras, con esas letras que maravillaron a la hija de Juan Mayorga, con las todopoderosas palabras capaces de lo mejor y lo peor. 

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