Hergé: The Exhibition


“Creo que en el siglo XX el cómic habrá sido totalmente reconocido y se convertirá en un medio de expresión en toda regla, como la literatura o el cine”. Con esta frase de Hergé comienza la estupenda exposición sobre el creador de Tintín que se puede visitar hasta febrero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Acertó Georges Remi (ése era su nombre real) con esta afirmación, porque hoy son pocos quienes niegan al cómic su papel en el mundo de la cultura. Sin duda, el principal personaje de Hergé, el intrépido reportero que tanto ha cautivado en la infancia (y más allá) a muchas generaciones, tuvo mucho que ver en este merecido reconocimiento internacional del noveno arte.  


Dijo en su día Charles de Gaulle que su único rival en el plano internacional era Tintín. Más allá de que esa frase habla más de lo mucho que De Gaulle se quería a sí mismo que de otra cosa, lo cierto es que pocos personajes de cómic son tan mundialmente conocidos como Tintín. Traducido a más de un centenar de idiomas y dialectos, es un incuestionable icono universal. En una de las partes de esta encantadora exposición se puede ver una gran pared repleta de portadas de distintas ediciones de las aventuras de Tintín en cualquier idioma imaginable. Su alcance internacional queda también patente por el recorrido de esta exposición comisariada por el Museo Hergé de Louvin-la-Neuve, que llega ahora a Madrid después de pasar por ciudades como París, Quebec, Odense, Seúl o Lisboa. 





Ayer cuando visitamos la muestra había un cartel de “no hay entradas” en la puerta que indica el buen recibimiento que está teniendo en estos primeros días y anticipa un gran éxito. No me extraña. La exposición es un regalo para cualquiera tintinófilo desde que se entra en el Círculo de Bellas Artes, con su majestuosa escalera decorada especialmente para la ocasión y con Tintín y su inseparable Milú dando la bienvenida. Muy bien organizada, dividida en dos salas, la muestra incluye toda clase de objetos, bocetos, diseños, cuadros y recursos audiovisuales para mostrar la vida y la obra de Hergé, quien hizo muchas más cosas que crear a Tintín, claro, pero quien es fundamentalmente conocido por ello. 


El maestro de la línea clara, a quien muchos conocen como el padre del cómic europeo, cuya influencia alcanza hasta nuestros días, fue también un gran amante del arte. De hecho, él mismo pintó, imitando las obras de vanguardia que más le fascinaron. En la muestra encontramos algunos de sus cuadros y también obras que él coleccionaba, como un retrato suyo del mismísimo Andy Warhol, que el artista realizó a partir de una foto del dibujante. También podemos leer en la exposición una delirante carta que Dalí envió a Hergé. A lo largo de la muestra leemos declaraciones del dibujante sobre sus gustos y su forma de trabajar. Él mismo incidía en el contraste entre la línea clara de sus creaciones y el estilo artístico que más admiraba en la pintura. También reconoció que le faltaba talento para convertirse en pintor y que necesitaría más de una vida para ello. 





Lo que más disfruto en la muestra sin los bocetos de los cómics de Tintín, personaje inspirado en Totor, un scout creado por Hergé años antes. Hipnóticos. También me gusta mucho, además de la disposición de las salas, muy bien pensadas y con una escenografía realmente interesante, una entrevista de Hergé en una televisión suiza, ya cuando Tintín ha triunfado por medio mundo, en la que el dibujante habla de su obra. Muestra entonces que el suyo era un trabajo de equipo, muy minucioso. También reconoce que su mundo es muy masculino y, preguntado por si teme que el cine pueda diluir los atractivos del cómic, afirma que no. Tiempo después le dio la razón, por ejemplo, la estupenda serie de dibujos animados basados en los cómics de Tintín, a la que estuve enganchadísimo de niño y que ahora veo que se puede ver en Amazon Prime Vídeo. Caerá. 





Por supuesto, la muestra ofrece también otras facetas de Hergé, como la de creador de carteles publicitarios. La exposición m no oculta las partes más oscuras de la vida de Hergé, pero sí pasa por ellas muy, muy de puntillas. Todas están ahí, pero no de forma explícita, ni mucho menos crítica. Por ejemplo, sobre la visión colonialista y más bien racistas de Tintín en el Congo sólo dice que reflejaba la mentalidad de su época. A lo largo de la exposición se reconoce que Hergé apenas se documentaba sobre los países que visitaba Tintín en sus primeros libros, algo que cambió después, sobre todo, a raíz del encuentro con Tchang Tchong-jen, quien le hizo abrir los ojos de alguna forma y, según se reconoce en la exposición, provocó que a partir de entonces “los otros” dejarían de ser meros figurantes de Tintín. En la exposición también se cuenta que Hergé dibujó en periódicos controlados por los nazis durante la ocupación y que, pasado ese momento, tuvo algún problema con la justicia, hasta que logró quedar libre de las acusaciones de colaboracionista.


Más allá de estas cuestiones, que desde luego hay que tener en cuenta y contextualizan la figura de Hergé, no hay polémica ni sombra en la vida de su creador que pueda eliminar lo mucho que tantas y tantas generaciones hemos disfrutado con las aventuras de Tintín, la importancia de este personaje en la cultura occidental del siglo XX, su papel impulsor del cómic como medio de expresión cultural del primer nivel. Todos los tintinófilos disfrutarán mucho de la exposición de Hergé y los que aún no lo sean, también. Muy recomendable. 

Comentarios