Hombres de verdad

 

Ninguno de los nueve relatos de Hombres de verdad, el último libro de Alberto Marcos editado por Páginas de Espuma, se titula así, a diferencia de lo que suele ser habitual en este tipo de obras. Ningún relato se titula así y, sin embargo, todos ellos están atravesados por el peso de estas tres palabras (hombres de verdad), por la presión, los roles de género y los prejuicios que encierran. En mayot o menor medida, los personajes se sienten raros, diferentes, arrastran temores del pasado o sufren por lo que se espera de ellos en el presente. En varios de los relatos, escritos con un estilo claro de frases cortas tan sutil como preciso, tan bello como fluido, están presentes temas como la religión, la familia, la orfandad, las citas o la necesidad de sentirse integrado y querido.


En Pekeño, el relato que abre la obra, dos hombres se conocen a través de una app de citas. A  ambos les gusta leer y hablan de ello, al tiempo que comparten sus vivencias, sus anhelos y sus miedos. También se centran en una cita que empieza con titubeos y termina desembocando en momentos de compartir confidencias Lo que surja, en el que Marc, sensible y tierno, recibe en su casa a Sergi, casado y con hijos, y Lo que necesitaba, precioso relato en el que un hombre de más de sesenta años queda con un chico mucho más joven que él, donde leemos, por cierto, una frase bellísima: "nada de lo que recordamos es verdad. Nada de lo que imaginamos es mentira". 

En Peticiones a la Virgen de Fátima, Patricio, político prometedor del PP, y Toño, artista de collages donde mezclaba imaginería religiosa y homoerótica, hacen un viaje a Fátima con sus madres para pedir que su boda salga bien. El relato, uno de los mejores del libro, habla de la presión de la religión, las relaciones maternofiliales, la política y las dudas sobre el compromiso de la otra parte. Cada uno de los personajes del relato arrastra  sus temores y secretos, en una historia que habla también de la dificultad de conocer de verdad a la gente que tenemos al lado.

El Chico de la Piscina adopta un formato de diario digital, en el que el protagonista va contando por medio de publicaciones en una red social sus avances con un chico que le atrae de inmediato desde el momento en el que empieza a nadar en la misma piscina que él. Plantean ángulos distintos e interesantes sobre la masculinidad El secreto de Barbie y Mariposa, en la que un hombre recuerda un viaje de trabajo a Malabo mientras acompaña a su hijo inconsciente en una UCI, después de haber sufrido un accidente de tráfico, y en el que aparece la expresión hombres de verdad que da título al conjunto; Disfunción eréctil, que aborda la sexualidad y la presión que ésta puede llegar a ejercer, y Colgaos en plena pausa, que se centra en la vida de Iván Zulueta y el rodaje de Arrebato

El relato más largo del libro, y posiblemente el mejor, es Vagalume. Es una historia preciosa que habla de cómo nos marca la infancia, las vivencias de entonces y la presión de las expectativas que otros ponen sobre nosotros. Su protagonista, Darío, es un chico que viene de otro colegio, donde fue despreciado. En su primer día en el nuevo colegio es integrado por otro chico de quien se vuelve inseparable, Cristóbal. Ambos entran en un grupo católico que hace actividades cada sábado y organiza campamentos. Muchos años después, aquel encuentro, aquellas experiencias juntos, lo nunca dicho, lo sólo insinuado, sigue estremeciendo y moldeando en cierta forma a Darío. Una historia, como las otras ocho, que recuerdan lo opresivo que puede ser el rol masculino clásico, el que no permite a los hombres llorar ni hablar de sus sentimientos, el que lo limita y constriñe, el que no tolera otras formas de sentir, ser y amar. Todo ello, de la mano de la mejor literatura, porque estos relatos son, por encima de todo, muy valiosas narraciones, con méritos literarios propios más allá de las reflexiones que plantean o de su toma de partido en el necesario debate político y social sobre las nuevas masculinidades. 

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