Cauterio

 

No quisiera exagerar, pero no sé qué estás haciendo con tu vida si no has leído Cauterio, de Lucía Litjtmaer. La novela, editada por Anagrama, es extraordinaria, de las que más me han impactado en los últimos tiempos. Sus cinco primeras páginas ya justifican por sí sola el libro entero. Es una impresionante presentación, de los más poderosos e impactantes comienzos de una novela que recuerdo. La escritora deja claro desde esas primeras páginas que jugará fuerte y mantiene firme la apuesta. El libro es un festín literario, escrito desde un lugar muy poderoso. 


El primer prodigio de la novela es la construcción de las voces desde las que se cuentan las dos historias que se van alternando a lo largo de las páginas del libro, sin aparente conexión entre sí. De un lado, una joven que huye de Barcelona hacia Madrid en 2014 y que narra desde su desengaño las miserias del mundo moderno. Del otro, Deborah Moody, una mujer real que fundó una ciudad en Estados Unidos en el siglo XVII después de haber huido de Londres. Desde su propia concepción, Cauterio muestra una enorme osadía, con decisiones narrativas arriesgas muy bien resueltas. Es admirable cómo está escrito. Es uno de esos libros que te hace sentirte muy afortunado mientras lo lees y te recuerda lo poderosa que puede ser la literatura. 

Me parece extraordinario el modo en el que la autora consigue poner en pie ambas historias tan distancias en el tiempo, pero con ciertas resonancias, dándole a ambas su personalidad y su fuerza propias. Es un juego de espejos, aunque las historias de ambas mujeres tienen sus propias particularidades. Riman por momentos, pero ambas mantienen su interés propio. Las dos cautivan por igual. Eso es algo dificilísimo, porque por lo general en obras que reúnen historias en apariencia separadas es inevitable que cada lector se sienta más atraído por una en concreto. Aquí en ningún momento da pena que termine un capítulo de uno de los dos tiempos, una de las dos voces narrativas de la novela, porque sabes que le sucederá otro capítulo de la otra historia. 

Como toda gran obra literaria ofrece múltiples lecturas diferentes, puede ser interpretada de formas distintas. Removerá a muchos lectores por motivos distintos. Se habla de feminismo, del miedo que a lo largo de la historia han dado las mujeres libres, de amor y desamor, de sororidad, de lealtades traicionadas, de los roles de género, de la nueva política, de las contradicciones de cierta izquierda moderna, de cambio climático, de instinto de supervivencia, de huidas, de autoengaños... Subrayaría casi cada pasaje del libro. Algunos destacan por encima de otros, como las páginas en las que la joven de 2014 habla del deterioro de su relación de pareja o cuando habla de los recuerdos falsos en los que se refugia embriagada por el ambientador de las tiendas de Zara. 

Podría abrir al azar Cauterio y destacar cualquier pasaje. Por ejemplo, éste, que cuenta tanto en tan pocas líneas: “Supongo que hubo una época en la que se podría decir que era feliz. Lo compruebo por el rastro digital que he dejado en las redes, que es el rastro translúcido que deja una babosa. Yo no recuerdo nada. Pero parece ser que tenía un trabajo normal, un horario, salía a cenar, tenía amigas, me cortaba el pelo. Tenía opiniones muy fundadas sobre política nacional e internacional. Leía libros, coleccionaba el New Yorker”. Lo dicho, si no has leído Cauterio, hazte el favor de leerlo cuanto antes. No te arrepentirás. 

Comentarios