París-Manhattan

 

Una película que homenajea al cine de Woody Allen y con París en su título. La pregunta no es cómo podría resistirme, sino cómo es posible que no la haya visto hasta diez años después de su estreno. En una de mis búsquedas por Filmin encontré París-Manhattan, la opera prima de la francesa Sophie Lellouche. Leer la sinopsis y querer ver la película fue todo uno, incluso aunque su nota y sus críticas echaban algo para atrás. Tenía que verla sí o sí. Puede que Woody Allen sea el director más y peor imitado de la historia reciente del cine. Aquí la intención de rendirle homenaje es clara, así que se justifican mejor los intentos por copiar su estilo, desde los créditos iniciales hasta los diálogos sobre el sexo, el sentido de la vida o el amor, hasta su música o sus tramas de enredos. 
Siendo sinceros, la película no llega en ningún momento al nivel del cine del genio neoyorquino, ni siquiera a sus películas menores, que siempre son mayores que la media de las películas que se estrenan hoy en día. No, no alcanza París-Manhattan el nivel de las películas del autor al que busca rendir homenaje y que además (spoiler) aparece en la película. No es una gran película, pero disfruté viéndola, como estaba claro que iba a hacer desde que supe de qué trataba

La protagonista de la cinta es Alice (estupenda AliceTaglioni), una farmacéutica que adora el cine de Woody Allen desde que vio una película suya a los 15 años. Es tal su veneración por el cineasta neoyorquino que habla con él a través de un poster con su retrato. El retrato de Woody Allen contesta a Alice con diálogos al más puro estilo del director de Manhattan, Annie Hall, Match Point y tantas otras películas inolvidables. Cuando la hermana de Alice se compromete y se casa con un hombre del que ella se enamoró, ésta le pregunta al retrato de Woody Allen qué sentido tiene la vida, si vale la pena, a lo que él responde que hay algunas cosas por las que vale la pena como Groucho Marx o las películas suecas. 

Los diálogos de París-Manhattan, ya digo, sin llegar la nivel del cine de Woody Allen, sí riman con éste, son un espacio familiar para los amantes del autor de tantas obras inmortales. Pasa un poco lo mismo con los amantes de París. La ciudad francesa ha sido mil veces retratada en el cine, y mucho mejor que en este filme, pero cómo resistirse a los encantos de volver a pasear por sus calles, aunque sea a través de la pantalla. Esos diálogos, esos temas clásicos de Woody Allen y París. No está nada mal. 

El padre de Alice está obsesionado con su hija no esté sola, es decir, con que tenga pareja, porque sabido es que para mucha gente no tener pareja es algo así como una catástrofe. Los presupuestos de la película, todo hay que decirlo, son un tanto conservadores y poco originales: la joven a la que toda su familia quiere emparejar cuanto antes, las sospechas de que el marido de su hermana le está siendo infiel... Pero, en fin, bien está. Hay hallazgos interesantes en la película, momentos divertidos. Hay instantes en los que este homenaje rendido a Woody Allen se parece lo suficiente a su cine como para sonreír. Se disfruta incluso cuando no se parece casi nada. Bien está, ya digo. No es una obra maestra, puede que ni siquiera una buena película, pero si te gusta el cine de Woody Allen (y París), tienes que verla. 

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