El lago de los cisnes

 

Ayer se cumplieron 150 días del comienzo de la guerra en Ucrania. 150 días desde que comenzó la intolerable invasión de Ucrania por parte de Rusia, que ha causado muertes, devastación y una oleada de refugiados que han huido de las bombas. Aunque la guerra ha ido pendiendo presencia en los medios y aunque ahora hablamos más de sus efectos económicos que del horror para los ucranianos, la realidad es que la población de aquel país sigue sufriendo bombardeos, asesinatos y violaciones de los Derechos Humanos. En este terrible contexto, el Ballet de Kiev está de gira por España representando El lado de los cisnes. Tras pasar por Barcelona actuará hasta finales de julio en el Teatro Coliseum de Madrid, donde parte de las entradas se donará a Unicef, y después recorrerá distintas ciudades del país.


En un momento, con su país en guerra, inevitablemente la representación de este ballet clásico, quizá el más popular del mundo, por parte de esta compañía ucraniana tiene una emoción especial. El Ballet de Kiev, fundado en 2017 por Victor Ischuk y que cuenta con la dirección artística de Ana Sophia Schelles, afronta este tótem de la cultura universal con una majestuosa precisión en las coreografías. La escenografía, muy sencilla, y la falta de música en directo no deslucen la emoción y la intensidad de las interpretaciones del cuerpo de baile, que ha tenido que completarse con algún bailarín de otro país, ya que no todos los miembros del Ballet de Kiev han recibido los permisos correspondientes para salir de gira fuera de Ucrania. En aquel país, todos los hombres mayores de edad están obligados a combatir en la guerra. 

La cultura, que derriba fronteras y nos recuerda lo más bello de lo que es capaz el ser humano, capaz también de atrocidades como esta salvaje guerra, puede parecer poca cosa cuando un país sufre semejante invasión. Y, desde luego, ningún ballet detendrá las bombas ni el horror. Pero, sin embargo, es necesario. Porque la vida es algo más. Porque es en los momentos más devastadores y trágicos en los que más necesitamos reconciliarnos con el ser humano, comprender que hay belleza y arte que trasciende, refugiarnos en un paso de baile, en una melodía, aunque sólo sea por un rato

Es inevitable recordar que El lago de los cisnes fue un ballet creado originariamente por el Bolshói ruso en 1877, basado cuento alemán Der geraubte Schleier (El velo robado) de Johann Karl August Musäus, con música de Chaikovski, e interpretado a lo largo de la historia por compañías de todos los países, en el idioma universal de la música y el baile. Una creación rusa es con la que ahora el Ballet de Kiev celebra la vida y la belleza. Así de poderosa es la cultura, que rompe fronteras y derriba muros de odio. Es más, es justo recordar que algunos miembros del prestigioso ballet del Bolshói ruso han sido despedidos precisamente por criticar la invasión de Ucrania. En medio de tanto espanto, la cultura une. 

La obra, dividida en cuatro actor, va in crescendo y ofrece sus mejores momentos en el segundo y el tercer acto. Es prodigioso el modo en el que el ballet de Kiev transmite con sus pasos la historia de Odette, la reina cisne, que es víctima, igual que sus amigas, de un hechizo lanzado por Rothbart, el brujo con forma de búho, que hace que durante el día se conviertan en cisnes y sólo recuperen su forma humana por la noche a la orilla  del lago encantado que se creó con las lágrimas de los padres de Odette, fallecidos. Sólo alguien que nunca haya amado y que se enamore de Odette puede romper el hechizo y ahí es donde entra en escena el príncipe Sigfrido. Todo acompañado por la deliciosa música de Chaikovski (aunque no en directo), que nos recuerda que el ser humano no sólo es capaz de destruir como lo está haciendo en la invasión de Ucrania por parte de Rusia, sino también de crear obras inmortales que transmitan esperanza en tiempos oscuros y que conmuevan hoy igual que lo llevan haciendo desde hace más de un siglo. Preciosa noche de ballet en Madrid. 

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