Vamos Juan

 

Vamos Juan sitúa la acción dos años después del final de Vota Juan. Encontramos a Juan Carrasco (Javier Cámara) como profesor de instituto en Logroño, mientras que su jefa de prensa, Macarena (María Pujalte) se muere de asco como directora de un periódico regional que informa sobre carreras de caracoles y scoops por el estilo. Juan ha sido defenestrado por el aparato de su partido, igual que todo su equipo salvo su ayudante (Adam Jezierski), que ahora trabaja en la Moncloa. A Juan y a Macarena la vida apacible de Logroño no les entusiasma particularmente, así que deciden intentar lanzar un nuevo partido y vengarse de la tradición por parte de los que eran los suyos

Una vez más, la serie de Diego San José, Borka Cobeaga y Víctor García León hace un retrato preciso de las miserias de la política española. En concreto, de las luchas dentro de los partidos, de la obsesión por alcanzar el poder a cualquier precio y de la utilización de toda clase de artimañas para captar votos. El patetismo de Juan Carrasco no hace más que crecer y, claro, con él, esa cierta ternura que inspira en el espectador, incluso aunque simbolice todo lo malo de la política: su demagogia, su absoluta falta de valores. 

La segunda temporada de la serie, o esta secuela de Vota Juan, como se prefiera, comienza con el exministro sufriendo bullying por parte de un alumno del instituto y su padre, que lo acusan de haber robado siendo ministro, y aplastado por la maquinaria de su partido. No tiene nada que perder, ni siquiera la dignidad, así que comienza una acelerada y alocada carrera electoral. Sin partido. Sin financiación. Sólo con ansias de venganza y ganas de volver a la política. La serie vuelve a dejar momentos impagables, incluidas algunas frases que, desde luego, suscribirían unos cuantos políticos españoles de un día, como esta: "las ideologías sólo sirven para perder votos". 

Entre los aciertos de Vamos Juan está la mayor presencia en las tramas de la hija del político, una magnífica Esty Quesada, y también la reinvención de su mujer (Yael Belicha), quien protagoniza una de las mejores escenas de la serie, cuando compara su situación matrimonial con un callo en el pie. Inmensas ambas. También es muy reseñable la búsqueda a toda costa de financiación para su partido entre los grandes empresarios del país (todos hombres), lo que lleva a Juan a una cacería con un empresario del "Opus, Opus", o la utilización política de una víctima, la mujer de un soldado español secuestrado en Afganistán, porque, ya se sabe, siempre da votos contar con víctimas dentro de un partido. Por supuesto, el sexto capítulo, Estambul, que además dirige Javier Cámara y cuenta con una participación estupenda de Anna Castillo, también es una maravilla, una rareza que le sienta genial a la serie. 

Ya sólo me queda Venga Juan, la tercera y última parte de la historia, que emite HBO Max, y a la que espero hincar el diente pronto, para poder seguir mirando la política y la sociedad española actual desde el único prisma posible, el de la sátira y el humor, porque en la historia de Juan Carrasco estamos un poco todos. 

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