Un mundo normal

 

"Nadie es como todo el mundo", le dice Ernesto (Ernesto Alteiro), el protagonista de Un mundo normal, a su hija (Gala Amyach) en una escena de la última película de Achero Mañas. Por diálogos así me ha encantado esta película, que se estrenó en 2020 y ahora puede verse en Movistar. No hay adjetivo que me resulte más extraño, incomprensible y dañino que "normal". ¿Qué es normal y quién lo define? ¿Con qué argumentos? ¿Con qué autoridad? ¿En qué lugar deja eso a quien no encaja en los moldes de la normalidad? La película, titulada por algo Un mundo normal, retrata a una familia del todo particular, poco normal, para quienes gusten de este adjetivo que otros tanto detestamos. 

Es relativamente frecuente, diríamos incluso que "normal", que algunas personas pidan a sus seres queridos que arrojen sus cenizas al mar. Lo que no es habitual, del todo "anormal", es que la última voluntad de alguien sea que le arrojen al mar, sí, pero no incinerado, sino que lancen su cuerpo sin vida a las aguas. Es, de hecho, algo que no está permitido, es ilegal. Pero es justo lo que la madre de Ernesto, interpretada por la genial Magüi Mira, le pide a éste para cuando ella no esté. Quiere descansar para siempre en el mar. Quiere que su despedida sea así. 

Cuando finalmente su madre muere, Ernesto está decidido a cumplir esa última voluntad, en contra del criterio de su familia, de todo el mundo alrededor, de los empleados de la funeraria y hasta de la ley. La película se convierte entonces en una road movie en la que la hija de Ernesto conocerá mejor a su padre, quien defiende la fidelidad a uno mismo, la autenticidad, y al que le provocan urticaria las convenciones sociales, lo que se supone que está bien o mal, en definitiva, la normalidad

Las conversaciones entre padre e hija son muy interesantes. Es así, enfrentados a una situación límite, la pérdida de un ser querido, cómo ambos se centran en lo importante. Hablan de la familia, de la vocación, de lo que importa de verdad en la vida, de la importancia de escuchar nuestras propias emociones y guiarnos por ellas, de las presiones sociales... Y, puesto que hablan de lo realmente importante, también hablan mucho de cultura, porque Ernesto es director de teatro, su hermano es compositor, su hija estudia Derecho, pero lo que le gusta de verdad es pintar. El arte, ese que permite trascender, vivir más vidas que la propia vida, ir más allá, es reivindicado es esta historia pequeña y modesta, pero realmente valiosa

Películas como Un mundo normal son las que nos recuerdan que el cine es mucho más que franquicias de aventuras y acción o producciones de grandes presupuestos. Nada tengo en contra de ellas, por supuesto, y mucho menos ahora, que consiguen mantener a flote a las salas gracias a su taquilla, pero la diversidad es crucial en el cine. El cine que me gusta, el que me resulta imprescindible de verdad, es este de historias pequeñas, el que nos ayuda a sobrellevar mejor la vida que, en palabras de Oscar Wilde que escuchamos en este filme, "es una obra de teatro, sólo que tiene un reparto deplorable". Que no nos falte nunca este tipo de cine. 

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