Ciertas cenizas

 

De María Cureses y su libro Ciertas cenizas podría decirse lo mismo que escribe la autora del protagonista de Auge y caída de la ciudad de Mahagonny, uno de los relatos que contiene la obra, que “mezclaba las palabras como drogas, sabiendo la fórmula que necesitaba cada uno". El libro, editado por La Umbría y la Solana, demuestra que hay relatos breves en los que cabe mucha literatura, más que en algunas novelas. Con un estilo preciso, con la palabra justa, y a la vez muy poético, la autora inserta frases de los protagonistas que rompen párrafos descriptivos o de pensamientos de los personajes, emplea metáforas bellísimas y cuenta cada historia del mejor modo posible, mezclando las palabras como drogas, como en ese relato en el que, por cierto, leemos también una frase que bien puede servir para describir a ciertos políticos que entienden el poder como algo de su propiedad:  “eran hombres tan prácticos que ni siquiera creían en los hechos, sino sólo en sí mismos. Llegado el caso, los hechos tendrían que creer en ellos”. 


El libro me lo regaló además una amiga que hace unos meses me descubrió la librería Amapolas en octubre. Esta amiga me regaló precisamente un cofre sorpresa de esta librería, en la que se incluía esta obra junto a otra, una libreta y una postal. Qué importante es dejarse sorprender y asesorar, porque hay muchos libros a los que quizá no llegaríamos de otra forma.

Hay mucha variedad en los relatos que contiene esta obra. Si tuviera que elegir uno, que no tengo, porque puedo disfrutarlos todos, quizá sería Guardianes. En él, dos hombres juegan una partida de ajedrez mientras velan el sueño de un grupo de niños cuando éstos duermen. El relato incluye pasajes llenos de lirismo, como uno en el que se relata cómo vuelve a caer en el sueño uno de esos niños que se despertó en mitad de la noche, o ese otro en el que una enfermera les recuerda que "cada uno debe mantener sus sueños separados. La última vez que se mezclaron, las consecuencias fueron desastrosas". 

Varios de los relatos transcurren en espacios en los que hay personas privadas de la libertad, como centros psiquiátricos de internamiento. Es el caso, por ejemplo, de Ciertas cenizas, que da nombre al título. Es una historia bellísima. "Después de todo, le diría a mi abuela que no estoy mal, que sólo me disgusta que la noche no consiga acabarse nunca", leemos. En Ojos también se reflexiona sobre la pérdida de identidad y de intimidad cuando se pierde la libertad. Su protagonista afirma que "pensar que la libertad descansa en la existencia de una alternativa es bastante reductor". En Animales como yo, una mujer entra en un centro donde hay otras mujeres con enfermedades mentales que han cometido delitos. 

Me encanta el cambio de perspectivas y de narradores de Su pasto y su reposo. En La peste, que resuena de un modo especial tras haber vivido la pandemia de Covid-19, leemos: "por la ventana abierta entra el aire, limpio de sirenas de ambulancias y del velo opaco que cubría la ciudad, la enfermedad parece haberse agotado a sí misma". Antigua era la noche incluye, entre otras cosas, la que quizá sea la mejor descripción de una resaca que he leído nunca.

La memoria es otro de los temas recurrentes de los relatos. En Amores impares, bellísimo, el protagonista, que visita un cuartel ahora abandonado en el que sirvió y vivió una historia que le marca, dice que "tenía ganas de agitar las manos en torno a mi cabeza para espantar las moscas del pasado y su zumbido obsesivo”. Hay otro pasaje maravilloso del relato, sobre el recuerdo y la nostalgia: “Me resignaba a acariciar, con los dedos como racimos abandonados, la tristeza de las cosas que no pasaron, y a guardar cuidadosamente en la memoria unos recuerdos tan vivís que la vida real resultaba pálida a su lado”. 

Comentarios

María Cureses ha dicho que…
Muchas gracias, Alberto, aunque con mucho retraso, por tu reseña. No es fácil encontrar lectores tan sensibles y dispuestos a dejarse envolver por las mentirosas nieblas de un relato. Espero que cuando salga, próximamente, mi novela te guste también.
Alberto Roa ha dicho que…
Muchas gracias, María. No me perderé la novela por nada del mundo.