Jojo Rabbit

 


Deja que todo te pase, la belleza y el terror, sólo sigue andando, ningún sentimiento es definitivo”. El verso de Rilke con el que termina Jojo Rabbit resume bien la película de Taika Waititi y su precisa e impecable mezcla de géneros y de sentimientos. Un niño alemán de diez años que tiene a Adolf Hitler como amigo invisible protagoniza esta historia hilarante, tierna, emotiva, conmovedora, inteligente y atrevida. Todo a la vez. La película, estrenada en 2020 y que ahora puede verse en Movistar, roza la perfección.
Jojo Rabbit es una bendita rareza, que demuestra lo importante que es el punto de vista desde el que se cuenta una historia. En este caso, la de un niño alemán muy defensor del nazismo, porque le han comido la cabeza, porque no ha aprendido otra cosa en la escuela más que el odio a los judíos y la defensa ciega e irracional del criminal proyecto político del nazismo. Él quiere ser el nazi más nazi sobre la tierra. Se llevó un disgusto enorme cuando supo que su abuelo no era rubio. Sigue la actualidad de la guerra y desea el triunfo de la Alemania nazi sobre los aliados. Y centra todas sus iras en los judíos, a los que imagina como seres malvados, con cuernos y rabo, dispuestos a destruir a la humanidad. 

De pronto, un día el niño descubre que su madre cobija en su casa a una joven judía (Thomasin McKenzie). La esconde del odio de ese mismo régimen que el chaval aplaude y jalea, el que personaliza su amigo invisible, al que Jojo llama, con toda confianza, Adolf. La madre del joven, a la que da vida Scarlett Johansson, no comparte precisamente la devoción de su hijo por el nazismo. Al contrario, intenta inculcar en él el amor a la vida, el respeto a todas las personas, la bondad. El protagonista, estupendo el jovencísimo Roman Griffin Davis, seguirá hablando con su amigo invisible (muy divertida la interpretación del propio Taika Waititi, el director del filme), pero su fe en el nazismo se irá resquebrajando. 

La película acierta en la mezcla de géneros y tonos. Predomina el humor, incluso algo gamberro en ocasiones, pero también hay escenas conmovedoras y muy duras. El filme logra mantener un equilibrio complicado. De fondo, una aproximación novedosa al nazismo, que se basa en una novela de Chistine Leunens. Un aviso a navegantes del riesgo de demonizar al diferente, del peligro de los discursos de odio, de la sinrazón de la guerra, de la manipulación y el adoctrinamiento en las escuelas. Eso sí, la película encierra también la esperanza del humanismo y su capacidad de derribar prejuicios y fronteras cuando se conoce a alguien diferente y, al final, se termina comprobando que en el fondo no lo es tanto y que, aun siéndolo, la diferencia no es ninguna amenaza, sino más bien algo que enriquece la vida. 

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