Gora

 

Terminé de leer Gora. Una juventud en la India, de Rabindranath Tagore, cuando se conocía la concesión del premio Nobel de Literatura al escritor tanzano Abdulrazak Gurnah y el consiguiente debate sobre el papel de estos premios y si deben servir para dar a conocer otras voces, hasta entonces, casi clandestinas en Occidente. Mientras seguía esa polémica en los medios pensaba que la obtención en su día del Nobel por parte de Tagore, autor de la novela que tanto me estaba entusiasmando, ha facilitado que su obra llegue hasta nuestros días un siglo después de que se convirtiera en el primer escritor no europeo en ganar el Nobel. Y pienso que, sí, este premio también debe ayudarnos a abrir horizontes y acercarnos a otras historias, aunque haya a quienes les enfade mucho que la Academia sueca cometa la osadía de premiar a un autor al que ellos no han leído.


Gora, una historia conmovedora y lírica que desborda humanismo, es un ejemplo perfecto de cómo una novela muy circunscrita a un tiempo, un lugar y una cultura muy concretas, puede a la vez contar una historia universal, perfectamente aplicable a nuestro presente. La novela está ambientada en la sociedad bengalí bajo el control británico, y es sin duda un magnífico retrato de aquel tiempo y del rígido sistema de castas que divide a la sociedad, pero es en el fondo una reflexión sobre el fanatismo, el dogmatismo, la necesidad de sentarnos en la misma mesa con alguien que sea de otro partido político, de otra región o patriota de otro país. 

La novela aborda también la identidad, qué es lo que realmente nos define. ¿La religión? ¿La clase social? ¿La familia? ¿Las tradiciones o los ritos que seguimos? Los dos protagonistas de la novela, Binoy y Gora, amigos desde niños, que se llaman "hermano" el uno al otro, se ven de repente distanciados por su distinta visión de la religión, las tradiciones y el lugar que cada uno considera que debe cumplir en el mundo. Gora cada vez se radicaliza más en su ortodoxia hindú, mientras que Binoy entra en contacto con una familia seguidora del Brahma Samaj. 

"Siempre es fácil obedecer al llamado de la verdad y del deber cuando ellos nos ordenan juzgar y condenar los errores de los demás", leemos en un momento del libro, que muestra los riesgos del sectarismo, de seguir los dogmas y los principios rígidos de una determinada forma de entender el mundo. Y, de fondo, el amor como forma de combatir esas diferencias. Hay varios pasajes de un lirismo formidable en la novela. Termino la crítica con dos de ellas, ambas pronunciadas por Binoy. En la primera, le cuenta  a Gora lo que siente al estar enamorado: “Afirmaba tener ahora la sensación como si todos sus días y noches lo envolvieran por completo, como si el cielo no tuviera ningún vacío, como si estuviera pletórico de dulzura, así como un panal lo está de miel en primavera. Todo lo que veía ahora le resultaba íntimo, lo interesaba, cobraba un nuevo sentido. ¡Nunca antes había advertido cuán profundamente amaba el mundo, que la tierra y el cielo estuvieran tan llenos de maravillas, que la avalancha de gente en las calles encerrara verdades tan profundas!”. 

La otra cita, más breve, resume en parte la esencia del libro y su mensaje claro en pos de la convivencia y del respeto mutuo: “Si el amor no es capaz de reconocer las diferencias, ¿para qué hay, entonces, diferencias en este mundo?". Lo escribió Tagore hace más de un siglo. Su vigencia actual es impresionante. 

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