El machismo mata

 

Cuando el terrorismo etarra asesinaba a personas inocentes, todos afirmábamos, con razón, que era imprescindible que los asesinos no sintieran el más mínimo apoyo social. Que estuvieran aislados. Que nadie callara mirara de lado ante sus crímenes. Que supieran que sólo tendrían el desprecio más absoluto de toda la sociedad y la acción más contundente de la justicia. Era una postura razonable y lógica, que entendía que la violencia terrorista merecía ser abordada de forma específica y que la lucha contra ella requería del consenso social, de la educación y de las fuerzas de seguridad. La violencia machista, la que causa asesinatos de mujeres por el mero hecho de serlas y de sus hijos para causarles el mayor daño posible a ellas, también debe ser abordada de forma específica y, por supuesto, también es vital que los criminales machistas sientan el contundente rechazo de toda la sociedad

Estas últimas semanas han sido catastróficas, con insoportables casos de violencia machista en nuestro país. Cualquier persona con la más elemental humanidad y sensibilidad condena estos crímenes y se estremece ante el horror causado por estos repugnantes asesinos. Pero hay bastante gente a la que le cuesta llamar machismo al machismo. "Son cuatro locos", "son casos aislados", "no todos los hombres matan a las mujeres"... El problema es que para combatir una lacra como ésta es importante entender lo que sucede y hacer un buen diagnóstico. Creo que quienes esquivan deliberadamente el término "violencia machista" cuando se está hablando de cómo combatir la violencia machista no entienden bien lo que sucede, no conocen sus causas estructurales, y así es muy difícil eliminare esta clase de violencia específica y muy concreta, ligada al machismo como ideología que hace pensar a algunos hombres que están por encima de las mujeres, que pueden disponer de ellas, sus cuerpos y sus vidas como consideren. 

El machismo existe y el machismo mata. Tras los crímenes machistas de los últimos días en nuestro país, naturalmente, todo el mundo los ha condenado y se ha conmovido ante lo sucedido. Pero, lamentablemente, hay personas con una sorprendente aversión a ir más allá. Es más, son personas que dicen que hablar de la violencia machista y del patriarcado como generador de violencia  discriminación estructural contra las mujeres es politizar estos asesinatos, que está muy mal. Ya se sabe que politizar es siempre algo terrorífico que hacen los demás. Negar la existencia del machismo y que causa muertes, sin embargo, no es politizar para esta gente, es ser personas sensatas

No entender que el machismo es el que está detrás de esta violencia específica contra las mujeres, o no querer entenderlo por alguna oscura razón, es contribuir a que se perpetúe. Es urgente combatir las causas estructurales de esta violencia y, desde luego, aislar a los machistas y a los negacionistas del machismo, que vienen a ser más o menos lo mismo. Es muy peligroso que una parte de la clase política española, desde la extrema derecha, lleve años dedicándose a negar la existencia de la violencia machista. Que unos diputados, concejales o diputados autonómicos se nieguen a guardar un minuto de silencio por las víctimas de esta violencia no sale gratis. Que se difundan bulos para criminalizar el feminismo, esa idea tan loca de defender que todas las personas tengan los mismos derechos, tampoco sale gratis. 

El discurso del odio, el que rompe el consenso en la lucha contra la violencia machista, el que niega la existencia misma del machismo, tiene consecuencias. Es muy peligroso que determinadas ideas se digan en voz alta y desde las instituciones. Por eso mismo, es positivo que la reina hablara la semana pasada de forma expresa de la violencia machista y condenara estos asesinatos. Porque es vital reconstruir el consenso contra esta lacra. Como lo es, por supuesto, aumentar los medios para proteger a las mujeres maltratadas. Los machistas maltratadores deben saber que están solos y sus víctimas deben sentirse protegidas y apoyadas por toda la sociedad. No seremos una sociedad decente hasta que no lo entendamos. 

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