La templanza

 

Las adaptaciones a la pantalla de novelas exitosas siempre ha sido algo habitual, tanto en el cine como en la televisión, pero estos últimos años en los que las series televisivas viven una edad dorada con una necesidad permanente de nuevos contenidos, esta tendencia se ha acelerado. Los libros, sobre todo sin son best-sellers, claro, garantiza, de entrada, el interés de muchos espectadores, porque es una historia que ya ha tenido éxito, que ya ha acreditado la capacidad de despertar el interés de muchos lectores. La templanza, de María Dueñas, contó con el beneplácito de los lectores, como todas las obras de la autora de El tiempo entre costuras, así que era cuestión de tiempo que se convirtiera en una serie. La estrenó Amazon hace un par de meses, con la dirección de Guillem Morales, Alberto Ruiz Rojo y Patricia Font, y guión de Susana López Rubio y Javier Holgado. El resultado es una serie con una producción fascinante, de las mejores que recuerdo últimamente, y con un gran reparto, cuya trama hará las delicias de quienes gusten de los melodramas románticos de época y empalagará por momentos a los que no lo hagan. 


Desde luego, la producción es absolutamente descomunal. No ha debido de ser una serie barata de producir pero el presupuesto luce, vaya si lo hace. La recreación del Jerez bodeguero del siglo XIX, de México, de Londres y de La Habana es portentosa. Los colores, los vestidos, los espacios, cada plano, cada interior están cuidados hasta el más mínimo detalle. Sólo por disfrutar de ello, vale la pena la serie. Es impecable y está además muy bien rodada. Hay un falso plano secuencia en el primer capítulo en el que se narra con delicadeza y gran talento el paso del tiempo de la protagonista. 

No he leído la novela, así que no puedo comparar ni decir cómo de fiel a la obra original es la serie, que cuenta en diez capítulos las historias, que terminarán cruzándose, de Mauro Larrea (Rafael Novoa), un español que se marchó junto a sus dos hijos a México tras la muerte de su esposa y que logró hacer una fortuna explotando una mina, y de Soledad Montalvo (Leonor Watling), que procede de una familia acomodada, gracias a sus bodegas de vino en Jerez, pero que se marcha de muy joven a Londres para casarse con uno de los clientes de la empresa familiar, un hombre bastante mayor que ella. La vida de ambos estará llena de retos, contrapiés y amenazas que pondrán a prueba su fortaleza. 

Lo que menos me interesa de la serie es la trama, pero posiblemente esto no sea culpa de la serie, sino más bien mío. Es sólo una cuestión de gustos y eso es muy personal. Hay momentos en los que todo me parece demasiado melodramático y los personajes, sobre todo los secundarios, son demasiado planos, héroes o villanos sin fisuras. Hay escenas y tramas con un aire un tanto telenovelesco que no me echa nunca de la serie ni me hace perder el interés, disparado por esa sensacional producción de la que hablaba arriba, pero que sí me aleja un poco de la historia. En cualquier caso, es una serie cuya calidad supera con holgura la media de las producciones que podemos encontrar hoy en día. La enésima demostración de que en los libros, además de horas de disfrute y emoción, están también con frecuencia los mejores mimbres para las películas y series. 

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