La sombra de la ley

 

Si tuviera que definir La sombra de la ley, de Dani de la Torre, con un único adjetivo sería "ambiciosa". La película, estrenada en 2018 y que se puede ver en Netflix, aspira a ser muchas cosas y consigue admirablemente todos sus propósitos, o casi. Hace tiempo que cierto cine español perdió los complejos, afortunadamente, y no tiene nada que envidiar a las películas hechas en otros países, como Estados Unidos, más allá de su presupuesto, claro. Y esta película da buena prueba de ello. Cuenta con ambición y con una impresionante puesta en escena una historia en la Barcelona de 1921, en plena agitación anarquista, con el país, para variar, cayéndose a trozos. 

Ya sólo por disfrutar de la excepcional recreación de aquella Barcelona vale la pena la película, que nos acerca a esa lucha anarquista, a los tejemanejes de la burguesía catalana, a las prácticas cuestionables de la policía y, en definitiva, a una ciudad en estado de ebullición, a punto de saltar por los aires, como todo el país. Cada plano resulta incontestable. Ese cabaret, esas calles sórdidas y silenciosas, esas fábricas, esos despachos de los hombres poderosos donde se toman las decisiones. Insisto, impecable

Pero la película no sólo funciona desde el punto de vista formal, también acierta con el tono de la narración, y no resultaba fácil hacerlo, porque abarca mucho. Tiene el filme una indudable vocación didáctica, quiere enseñar cómo era aquella ciudad, aquella lucha anarquista. Pero trasciende ese aspecto casi documental para plantear una historia de suspense, una intrahistoria con la Historia, con mayúsculas, de fondo. La película es más brillante en la forma que en el fondo, pero consigue mantener la atención del espectador durante sus dos horas de metraje, con personajes atractivos y misteriosos, y con notables interpretaciones. 

Lo borda, como de costumbre, Luis Tosar, que da vida a un policía enviado desde Madrid a Barcelona para investigar el robo de un tren cargado de armas, que se atribuye a los anarquistas. Llegará a una policía con prácticas dudosas en su lucha contra el anarquismo, más centrada en su propio beneficio que en preservar la seguridad de la ciudad. De la mano de ese personaje llegado de Madrid conocemos la Barcelona de 1921, entramos en un cabaret de un pope local, corrupto a más no poder, y también nos acercamos a la lucha sindical anarquista encabezada por el personaje de Paco Tous, partidario de la protesta pacífica, que es padre de Michelle Jenner, quien lucha por la libertad de las mujeres. 

Plantea el filme la confrontación entre la postura del sindicalismo más clásico, de huelgas y protestas pacíficas, de resistencia ante los atropellos patronales, y una mucho más agresiva, defensora de la violencia en pos de la revolución, que encarna Jaime Lorente. Tanto en el lado de las autoridades como en el de la lucha anarquista encontraremos luchas de egos y personas manipuladoras que se encargan de que la realidad dé las razones a sus prejuicios y a sus objetivos. Habla el filme de principios, de honestidad, de solidaridad, de ambiciones, de corruptelas, de España. Lo hace, ya digo, con una producción espléndida y con varias escenas de acción que, de nuevo, nada tienen que envidiar a otras filmografías. Es muy de agradecer que haya películas que se acerquen a la historia de España de un modo tan desprejuiciado y, sí, ambicioso, como lo hace La sombra de la ley

Comentarios