El ejemplo de los Premios Princesa de Asturias

 

Cuando hace unos meses se anunció el Premio Princesa de Asturias de la concordia aún aplaudíamos a los sanitarios en las ventanas a las ocho de la tarde. Entonces no podríamos imaginar que en octubre, en el momento de la entrega de los galardones, la situación de pandemia sería tan preocupante. La magnitud de la tragedia causada por el Covid-19 y la inquietud que genera el hecho de que aún hoy veamos muy lejos el final de esta pesadilla hicieron ayer de la 40 edición de los Premios Princesa de Asturias un evento especialmente emotivo. Está todo demasiado reciente, lo seguimos viviendo y sufriendo a diario. 


Cada año por estas fechas, Oviedo se convierte en la capital mundial de la cultura y el conocimiento. Este 2020 tan espantoso no nos ha robado la entrega de los Princesa de Asturias, aunque sí ha provocado algunos cambios, como el traslado al hotel Reconquista desde el teatro Campoamor, el escenario habitual de la ceremonia. Estos premios, con el ejemplo y la lucidez de los discursos de los ganadores son año tras año una especie de oasis. Ahora que vivimos en tiempo de ruido, de enfrentamiento y de miedo, es especialmente gratificante celebrar la ciencia, el arte y la solidaridad. 

Sin duda, el momento más emotivo de la ceremonia fue el discurso de José Eugenio Guerrero Sanz, quien habló en nombre de todos los sanitarios de España, reconocidos con el Princesa de Asturias de la Concordia por su admirable trabajo contra la pandemia del coronavirus. Recordó en un discurso unas palabras de Unamuno para elogiar a aquellos que hacen la historia de forma anónima, pidió cuidar la sanidad, renegó de su condición heroica ("no fuimos héroes, o quizás lo fuimos todos") y recordó que "es difícil entender la palabra concordia si no va unida a la solidaridad". 

La poeta canadiense Anne Carson agradeció el premio de las Letras en un vídeo, en el que afirmó que los españoles no eran de sonrisa fácil. Dijo algo maravilloso, incluso independientemente de que sea cierto o no: "el español no sonríe sin una razón para hacerlo. Una sonrisa española es difícil de ganar. Por eso les agradezco que hoy hayan decidido sonreírme con este premio", contó, antes de reflexionar sobre el origen etimológico del término "gratitud" y de plantear un poema interactivo al público.

El Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades lo han compartido este año la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y el Hay Festival. El director del evento mexicano recordó que "los libros, y en general la letra impresa, se alimentan de la libertad y a la vez la amplían". También ha sido compartido el premio de las Artes, esta vez, entre dos compositores geniales y siempre libres, Ennio Morricone, recientemente fallecido y representado por su hijo, y John Williams, quien agradeció al jurado el hecho de "reconocer el papel que las artes desempeñan en la vida de todos nosotros". Ellos dos más que ninguna otra persona le han puesto banda sonora a las películas de nuestra vida, es decir, a nuestra vida. 

Fue especialmente interesante la intervención del economista Dani Rodrick, premiado en la categoría de Ciencias Sociales, quien reflexionó sobre la globalización. Contó que a veces actuamos como si la globalización nos cayera del cielo ya forma y fuera imposible cambiarla. Sin embargo, contó, podríamos haber construir una globalización de la salud pública o un régimen ambiental global. También podríamos hacerle dado a UNICEF o ACNUR tanto poder como al FMI. Son decisiones que tomamos nosotros, no realidades inmutables. Es esperanzador su mensaje de que podemos construir una globalización diferente.

Carlos Sainz, ganador en la categoría de Deportes, lanzó un mensaje de ilusión y ánimo a los jóvenes, mientras que el consorcio internacional Gavi, que facilita el acceso a vacunas en todo el mundo, fue reconocido con el premio de Cooperación Internacional y los matemáticos Yves Meyer (francés), Ingrid Daubechies (belga y estadounidense), Terence Tao (australiano y estadounidense) y Emmanuel Candès (francés) ganaron en la categoría de Investigación Científica y Técnica, por sus contribuciones a las teorías y técnicas modernas del procesamiento matemático de datos y señales.

Como cada año, la entrega de los premios también dejó el discurso del rey, que reivindicó el afecto, el valor y la esperanza. En medio de la tormenta y de la bronca política, el rey llamó a defender la Constitución, apeló a todas las instituciones del Estado para ponerse al servicio de los ciudadanos y pidió un gran esfuerzo colectivo como país para que "sigamos recorriendo nuestra historia por los caminos del encuentro". La ceremonia terminó con los gaiteros interpretando desde un teatro Campoamor vacío el himno de Asturias, que además del más bonito, se convierte cada mes de octubre en el himno de la ciencia, la cultura y el entendimiento. 

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