Civilizaciones

 

Lo primero que le queda claro al lector de Civilizaciones (editada en España por Seix Barral) es que Laurent Binet se divirtió mucho escribiendo la obra. Que el autor haya disfrutado mucho creando una novela no es siempre garantía de que el lector también lo hará. Afortunadamente, en este caso la diversión es plenamente compartida. Binet plantea una ucronía en la que Colón fracasa en América y son los incas quienes terminan conquistando España, aliándose con los enemigos de Carlos V y aprovechando su debilidad para hacerse con el control del imperio. 

Para empezar, en esta novela Colón y sus naos no son los primeros en llegar a América, ya que antes estuvieron allí los vikingos, de quienes los incas adoptan algunas creencias, como la del dios Thor, y también las armas con las que terminarán conquistando el imperio español. El autor le da la vuelta a la historia y fabula sobre un rumbo distinto de los acontecimientos. En literatura, las preguntas sobre qué habría pasado si la historia hubiera sido distinta es recurrente y ha dado pie a grandes novelas. Es lo que hace en estas páginas Binet, entregado a reconstruir el pasado, imaginando caminos distintos para los grandes protagonistas de la historia, convirtiendo a los conquistados en conquistadores, y viceversa. 

Así que Binet claramente disfrutó con cada página de este libro y logra hacer sentir lo mismo al lector. Es estimulante este ejercicio de pura invención, de juego inteligente con la historia, mientras otros andan a vueltas con la leyenda negra y demás cuentos para no dormir. Mientras algunos se enzarzan en estériles discusiones sobre la llegada de Colón a América, con frecuencia, juzgando el pasado con los ojos del presente y, por supuesto, bien cargados de ideología y de politiqueo barato, es muy de celebrar que haya escritores que vayan más allá y se diviertan y hagan divertirse al lector con realidades alternativas. 

El libro, dividido en cuatro partes, incluido un diario de Cristóbal Colón en el que cuenta su infortunio en esas nuevas tierras, alcanza sus mayores cotas de brillantez en las crónicas de Atahualpa, rey inca que conquista el imperio español. Al llegar a Castilla accede a la obra de Maquiavelo, que le inspira, y sabe aprovechar la debilidad de su rival para extender su poder. Con violencia, ya que no faltan aquí matanzas de cristianos, pero también con inteligencia y generosidad, ya que plantea un decreto de libertad de culto, lo que le permite ganarse para su causa a los moriscos y que cambia la historia de Enrique VIII y de Lutero. 

Circulan por las páginas de esta esplendorosa novela Tomás Moro y Erasmo de Róterdam, con un interesante intercambio de cartas. También Miguel Ángel y Tiziano, que no pintan ya escenas de la religión católica, sino de la religión inca del Sol. Y Moctezuma, que en un pasaje del libro manda construir una pirámide en el patio del Louvre, aunque con fines menos alegres que los de la actual pirámide de cristal de la pinacoteca más famosa del mundo. Termina el libro con Cervantes y El Greco combatiendo juntos en la batalla de Lepanto (otra batalla de Lepanto, claro), donde el escritor sufre daños en una mano. Los dos terminan refugiados en el castillo de Montaigne, donde el autor de Civilizaciones se da el gustazo de relatar el encuentro entre el padre del ensayo y el de la novela. Civilizaciones es, en fin, un auténtico festín. Una ucronía divertida y fascinante. De lo más original que he leído últimamente. Pura literatura. 

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