Perdida

Afortunadamente, los cines ya han vuelto a abrir sus puertas de forma generalizada, y vuelven los estrenos y la emoción incomparable de disfrutar de las historias en la pantalla grande. Mientras me termino de animar a volver a las salas, sigo explorando lo que nos ofrecen las plataformas. En este caso, Perdida, de David Fincher, una película estrenada en 2014 y que se puede ver en Netflix. Sus 149 minutos no se hacen largos en absoluto, lo cual dice mucho de la calidad del filme, que mantiene la atención del espectador hasta el final.


Es un trhiller de manual, muy retorcido, muy oscuro, narrado de forma impecable, y eso que tiene como actor protagonista a Ben Affleck. Todo lo bueno que puede decirse de la película, que es mucho, es a pesar de Ben Affleck, cuya interpretación plana e inexpresiva palidece especialmente si se compara con la brillantez de Rosamund Pike, quien ofrece un recital interpretativo extraordinario. Él da vida (por decir algo) a Nick, un hombre cuya esposa, interpretada por Pike, desaparece el día de su quinto aniversario. 

Aparentemente, ambos forman una pareja perfecta. Cultos, inteligentes, felices el uno al lado del otro... Nada es lo que parece en la vida en general y en los trhillers en particular, claro, y pronto empieza a descubrirse que esa vida idílica no lo era tanto. De pronto, Nick es visto con recelo por parte de mucha gente, que empieza a pensar que él ha tenido algo que ver con lo ocurrido. Contribuye a ello el sensacionalismo de los medios de comunicación, sobre todo, la televisión. La crítica social del filme al papel que juegan algunos medios en los sucesos es nítida. 

La cinta, como mandan los cánones, se va enredando más y más. A través de una serie de flahback, recurso que en algún momento entorpece algo el relato, aunque termina cobrando sentido a medida que avanza el filme, conocemos el pasado en pareja de los dos. O cómo lo recuerda uno de ellos, al menos. La investigación policial y las indagaciones del propio protagonista, apoyado en todo momento por su hermana, siguen sendas dispares. Se van conociendo los trapos sucios. La situación se complica. Y, a eso de la mitad del metraje, la película da un giro que dispara el interés de la historia. 

Más allá de la pobre interpretación de su actor protagonista, ningún defecto se le puede sacar a esta película perturbadora, inquietante y absolutamente hipnótica. Dos horas y media de intriga y del mejor cine. Una película casi perfecta. 

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