Contagio

Hemos repetido muchas veces estos días que parece que estamos viviendo una película. Concretamente, parece que estamos viviendo la película Contagio, de Steven Soderbergh, estrenada en 2011, cuyos paralelismos con la situación actual son asombrosos. Inevitablemente, ver Contagio en este contexto cambia nuestra opinión sobre la película. Yo no la vi en su día en los cines, de hecho, y dudo que me hubiera gustado, porque el género de catástrofes está lejos de ser mi preferido. Pero, hoy, viviendo lo que estamos viviendo, inevitablemente me impresiona.


No somos nosotros quienes juzgamos las películas, sino nuestras experiencias, lo que hemos vivido o lo que sentimos. Cuando decimos que una película nos ha gustado, muchas veces no sabemos concretar por qué, y cuando decimos que es buena, casi nunca estamos analizando este o aquel factor (guión, historia, interpretación, imagen, iluminación). Por eso nos descubrimos con frecuencia incapaces de encontrar virtudes en aquella película que vimos hace años y que recordábamos gloriosa, o apreciamos matices que no vimos en un primer momento en otros filmes. Por eso es difícil separar nuestro estado de ánimo y nuestras experiencias de las críticas que hacemos de una película. 

Así que me cuesta hacer una crítica de Contagio, porque intuyo que opinaría algo distinto de la película si no estuviéramos viviendo estos días raros a causa del coronavirus. Impacta, por supuesto, ver los parecidos entre aquella trama de ficción y la pura realidad que estamos viviendo: un virus muy contagio que procede de China, polideportivos convertidos en hospitales de campaña, científicos que alertan del riesgo de que la tasa de contagio (R0) sea superior a uno, relaciones personales en suspenso por el confinamiento, charlatanes antivacunas, bronca política... Eso sí, en nuestros días, afotunadamente, no vemos asaltos a tiendas y casas, ni bolsas de basura desperdigadas por la calle. Por el contrario, la vacuna parece que va más lenta en la vida real. 

Los parecidos son inmensos y ya sólo por eso resulta interesante ver la película. ¿Qué diría de ella si no hubiera ocurrido esta pesadilla del coronavirus convertida en realidad? Creo que no me hubiera gustado demasiado. Me habría angustiado más, claro, porque tras esto que estamos viviendo, el género de la ciencia ficción deberá reinventarse, porque ya habremos vivido en el mundo real una situación que, vista en una película, nos parecería incluso horrorosa para ser cierta. 

Tras ver y escuchar a tantos expertos estos días, sí parece claro que la película estaba extraordinariamente bien documentada. Porque escuchamos en la película consejos similares a los que escuchamos ahora: confinamiento, distancia social, etc. Y porque en el filme se hace un esfuerzo por ser didáctico y explicar cómo funciona el contagio de los virus y cómo reacciona la ciencia ante una pandemia. En cuanto a la trama, me parece un poco confusa y deslavazada en ocasiones. La trama del personaje de Marion Cotillard, por ejemplo, me resulta un poco innecesaria para la historia. Y, sin embargo, me encanta la del protagonista (Matt Damon) y su hija, que además (spoiler) tiene un final feliz, incluso algo sensiblero y ñoño, que en estos días, por qué no, alegran y dan esperanza. 

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