Gracias a los periodistas

Ahora que no trabajo en ningún medio de comunicación puedo decir sin que suene a corporativismo barato lo mucho que admiro el trabajo de tantos periodistas, especialmente en estos días. Cuando estaba en una redacción no escatimaba la autocrítica y me encantaba debatir con compañeros, y sin embargo amigos, sobre los múltiples defectos de nuestra amada profesión, ese cierto ensimismamiento periodístico que nos hace mirarnos el ombligo más de lo debido, la politización excesiva de algunos contenidos y tantas otras cuestiones. Ahora que veo la actualidad desde otra orilla sigo pensando que hay fallos (¿y dónde no?) pero, sinceramente, pesa mucho más en la balanza mi admiración por el trabajo de tantos periodistas que están haciendo llegar la información en un momento muy complicado para todos, también para ellos y para los medios donde trabajan. 


Cuando pienso en los medios no pienso en las cabeceras ni en los grupos de comunicación, pienso en los periodistas cuya motivación central estos días es hacer bien su trabajo. Tan sencillo, tan complejo. Es un trabajo esencial, por supuesto, siempre, pero sobre todo en momentos como éste, el de esos periodistas, a los que pongo cara, muchos amigos en distintos medios, y a los que no, pero cuyo trabajo sigo con mucho respeto, valorando lo difícil que debe de ser hacer lo que hacen. Por supuesto que no adoptaré ahora un discurso naif, ni diré que esa actitud admirable la comparten todos los periodistas y todos los medios. Pero sí muchos. Y merecen el reconocimiento. 

Son criticados con dureza los medios. A veces, con toda la razón. Pero se les suele regatear más los elogios. Y no es justo. No lo es, desde luego, en estos días. Porque todos damos por hecho que la información llega a nuestras casas como entra el sol por la ventana por las mañanas, de forma natural. Que sabremos los nuevos datos sobre el avance de la pandemia, que conoceremos las historias de cómo lo están afrontando otros países, el impacto económico de lo que sucede o qué piensan los científicos. Damos por hecho que conoceremos todo eso, pero si lo conocemos es gracias a los medios de comunicación, a los periodistas que buscan esas historias, que las cuentan del mejor modo que saben, que se sobreponen a lo dramático de la situación para contarnos lo indecible, para narrar lo inenarrable, lo que es demasiado duro para ponerle palabras. 

La opinión generalizada sobre la prensa no es buena, lo sé. E, insisto, no faltarán razones. Pero no es justo obviar el trabajo de servicio público que están haciendo tantos profesionales estos días, el que hacen siempre, sólo que ahora lo necesitamos más que nunca. Seguimos escuchando nuestros programas de radio preferidos, viendo los informativos en televisión o leyendo los periódicos impresos y online. Seguimos accediendo a toda esa información como si la vida siguiera igual, como si no estuviéramos en una situación tan excepcional como ésta, como si el hecho de que podamos seguir informados no estuviera exigiendo un esfuerzo inmenso a los periodistas. Están siendo días duros para ellos y nos siguen contando lo que ocurre, la inmensa mayoría, con honestidad y ejemplar profesionalidad. 

Además, los medios de comunicación están sufriendo, como todos los demás sectores, el impacto económico de esta crisis. La publicidad se está desplomando, justo en estos momentos en los que las audiencias se disparan, porque necesitamos informarnos, saber lo que está pasando, escuchar  a voces autorizadas. Es una paradoja: trabajan más que nunca (y ya de por sí los horarios de los medios son maratonianos) y tienen más audiencia que nunca, pero atraviesan una situación financiera muy delicada. Esos periodistas que están o estarán afectados por ERTEs o recortes siguen contándonos lo que sucede con profesionalidad, abstrayéndose de su situación personal. 

Entre las lecciones que deberíamos sacar de esta crisis es que es importante tener medios serios y creíbles que nos cuenten lo que sucede. Esos medios despreciados por los amantes de los bulos y los conspiranoicos, los que comparten pseudoinformaciones de webs perdidas que presentan como "LA VERDAD", así, en mayúsculas, o que dicen, muy serios ellos, que "esto no te lo contarán los medios", mientras comparten noticias e imágenes, precisamente, extraídas de esos medios. Tendrán (y, de hecho, tienen) muchos defectos los medios, pero no puedo ni imaginar lo que sería de la sociedad sin medios, en manos sólo de bulos y fake-news. Necesitamos a los medios. Por eso y porque muchos periodistas están haciendo un trabajo extraordinario estos días, hoy a las ocho de la tarde también aplaudiré por ellos. 

Comentarios