El peligroso rearme retrógrado

Siempre han estado ahí, pero hacía tiempo que no se los veía tan envalentonados. Como mínimo, 15 años, cuando tomaron las calles en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, cuando disfrazaban su homofobia y su odio al diferente de un debate etimológico. Ahora la disfrazan de un supuesto debate sobre la educación, pero están en las mismas: odio y más odio. Siempre han estado ahí quienes dicen respetar a los homosexuales, pero prefieren que no vayan de la mano por las calles, no vaya a ser que los niños se contagien. Esas personas que prefieren educar a sus hijos en una burbuja gris y llena de prejuicios, sin espacios para la diversidad. Han existido siempre, pero hacía mucho que se veían tan animados a compartir su discurso del odio. 


En Murcia hemos visto a PP, Ciudadanos y Vox pactar la inclusión del llamado "pin parental", el derecho de los padres a censurar la educación en libertad y diversidad afectiva sexual de sus hijos. Es decir, el supuesto derecho a hacer más estrechos de mente a sus hijos, el supuesto derecho de un padre fundamentalista islámico a prohibir que se les enseñen los derechos humanos a sus hijos en la escuela. Un disparate, la última aberración de la extrema derecha que han comprado sin aparente problema PP y Ciudadanos. Dicen hablar de educación, pero rompen consensos esenciales y cuestionan los derechos humanos. 

No, no existe tal derecho de los padres. No puede existir. Porque los hijos no son propiedad de nadie. Ni de ellos ni de nadie. Porque son personas con derecho a ser educados más allá de la estrechez de miras de sus padres. ¿Qué tienen pensado esos padres que defienden el veto parental si sus hijos son homosexuales o bisexuales? ¿Tienen algún plan distinto a trasladarles el desprecio a lo que sienten? ¿Y si sus hijos se ven legitimados para hacerle la vida imposible a un compañero de clase que no sea heterosexual? ¿De verdad creen que es lo mismo educar en el respeto a todos, independientemente de su identidad y de su orientación sexual, que educar en el odio? 

El hecho de que estemos hablando de eso es una victoria de la extrema derecha. Han conseguido abrir debates que sencillamente no pueden existir, porque se puede debatir qué contenidos se imparten en la escuela, naturalmente, pero no si se educa en el respeto a los derechos humanos o no. Vivimos en sociedad, no en una secta retrógrada, y los hijos de quienes ven aberrante no ser heterosexual tienen derecho a ser rescatados de la ignorancia y el odio de sus padres. No hay debate posible al respecto. 

La extrema derecha, con la repugnante complicidad del resto de partidos de derechas, está logrando colocar su mensaje del odio en el Congreso (porque 3,5 millones de personas han votado a Vox sabiendo perfectamente lo que votaban, ése es el drama) y a los medios de comunicación. Hace no tanto, quien sentía asco por ver a dos chicos besarse en público o a dos mujeres ir de la mano por la calle, se lo callaba, porque sabía que lo que sentía no era aceptado por la sociedad, porque el mundo había cambiado. Ahora, ven a señores diputados compartir esa misma bazofia ideológica, legitimar ese discurso del odio. Es dramático, porque supone un rearme de la parte más retrógrada de la sociedad que, además, pretende convertir en respetables sus "ideas", como si el racismo, el machismo o la homofobia fuera algo tolerable, como si defender el respeto a las personas que no sean homosexuales y defender su discriminación fueran dos opciones igual de legítimas

El odio de la extrema derecha está yendo muy lejos. Esta semana, por ejemplo, Vox vetó una declaración del Ayuntamiento de Valencia contra el Holocausto porque se incluía una mención a las personas LGTBI que fueron masacradas por el nazismo. Negacionismo puro y duro. Según las mentes pensantes del partido de las tres letras, los homosexuales no fueron perseguidos por los nazis. Están colocando toda esa morralla, todas sus mentiras, todo su odio, y no estamos sabiendo pararlo. Se inventan que en los cursos de diversidad afectiva sexual se enseñan toda clase de prácticas sexuales (¿qué obsesión enfermiza tiene esta gente con el sexo?) a los menores. Es mentira y nace de su mente sucia e inquietantemente retorcida, pero les da igual, allá que lo sueltan. Difunden el odio y, ante él, sólo queda la diversidad, sin dar un paso atrás. 

El altavoz público de energúmenos como el concejal de Vox en Madrid que llamó enfermos a las personas homosexuales está envalentonando a los retrógrados, pero no puede acobardarnos a quienes defendemos una sociedad libre y diversa. No podemos dar ni un paso atrás ante tanto odio. Dejaron claro lo que nos odiaban en 2005, nos dijeron con nitidez que querían que tuviéramos menos derechos que ellos, y ahora vuelven a lo mismo, pero el progreso, esa palabra que para ellos es un insulto, es imparable. Ellos defienden el blanco y negro, pero los colores del arcoíris brillan más fuerte. Ellos promulgan el odio, pero el amor siempre puede más.

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