Portentosa Amaia en el Price


Hasta los más firmes odiadores de Operación Triunfo, que los hay a puñados, reconocieron algo especial en Amaia Romero, ganadora de la edición de 2017. Anoche fuimos muchos los que comprobamos al fin in situ por primera vez hasta qué punto es especial Amaia. Fue en el primero de sus dos conciertos seguidos en el Circo Price, enmarcados en el Inverfest. Y fue una noche extraordinaria en la que Amaia alternó el piano con la guitarra, sin perder su maestría portentosa al cantar, esa voz increíble, que roza la perfección, realmente única. Amaia se tomó su tiempo para sacar su primer disco tras ganar OT. Decidió tomar las riendas de su carrera y esquivar cualquier atajo. Hay que tener mucha personalidad para esperar más de dos años para estrenar disco trae haber ganado un programa así. Demostró que no quiere ser un producto televisivo, que quiere seguir su propio camino, más orientada a los festivales que a las radiofórmulas. Amaia sabe qué tipo de artista quiere ser y, sobre todo, qué tipo de artista no quiere ser. 

El concierto de anoche, con una acústica excelente, comenzó puntual. Sobre el escenario repleto de flores y más flores blancas, Amaia junto a cuatro músicos (batería, bajo, teclado y guitarra). Y ella, al piano, primero, a la guitarra después, entregada siempre. Fue un concierto corto, es verdad, tal vez demasiado corto, ya que duró menos de hora y media, pero es difícil hacer más y mejor en menos tiempo. Interpretó las canciones de su primer disco y también varias versiones, a las que les aportó su personalidad arrolladora, a las que siempre sabe llevar a su terreno. 

Lo de anoche fue un derroche de talento, una demostración de lo prodigiosa que es Amaia. Impecable en cada tema, en cada nota, en cada acorde, muestra un envidiable dominio del escenario. Juega con los tiempos, con los silencios, haciendo detenerse y acelerarse las canciones, dejando paladear cada palabra. Estuvo simpática con el público, al que contó que cada día le gusta más Madrid, hasta el punto de que se plantea venir a vivir aquí. Cantó un chotis, que pidió al público que se tomara en serio, como si no se lo estuviera tomando ya todo en serio desde el principio, como si fuera posible escuchar a Amaia y no dejarse deslumbrar por su voz. En el asombro constante transcurrió la noche. Coreamos las canciones y las acompañamos con palmas, aunque también hubo momentos para el silencio más absoluto, cuando Amaia sola al piano interpretó El Puerto, de Albéniz, pieza con la que se examinó el verano pasado. Sólo por ese instante valió la pena la noche. 

Amaia también versionó, entre otros temas, Qué nos va a pasar, de La Buena Vida, y Vas a volverme loca, de Natalia. De esta última dijo que le hacía gracia interpretarla en el concierto. El Price, desde luego, se vino abajo. Para los bises quedó otro de esos instantes mágicos, delicados, exquisitos, con la versión de Desde que tú te has ido, de Cecilia, con Amaia sola en el escenario, delante de un micrófono de ambiente. Excelsa. Igual que la despedida, ya con los músicos, cantando Nuevo verano, quizá, el tema más valioso de su primer disco, el más disfrutable en directo. 

Por decirlo todo, del talento deslumbrante de Amaia no tenía ninguna duda, pero su disco sí me generaba alguna que otra. En cierta forma, lo veía un disco algo decepcionante, sobre todo por las letras de algunas de sus canciones, que veía transitar por el alambre que separa la sencillez (elogiable y valiosa) de la simpleza, por algunas rimas dudosas. Pero anoche cambié mi impresión sobre muchos de los temas del primer disco de Amaia. Porque en directo los defendió con maestría y porque alcanzan un nivel de comunión con el público y un vuelo que no sospechaba. Algunas de las canciones, de hecho, me sorprendieron muy gratamente y me invitaron a escuchar más y más este disco. De alguna forma, además, habrá que recordar esta noche memorable en el Price. 

Tenía muchas ganas de ver a Amaia en directo y lo de anoche superó mis expectativas. Tiene algo distinto Amaia, sí, algo portentoso, sobre todo, si tenemos en cuenta su edad (21 años) y el recorrido que le puede quedar de la mano de su talento innato, de su devoción por la música. El de anoche fue mi primer concierto de 2020, regalazo de una gran amiga, por cierto, pero tengo pocas dudas de que en diciembre lo recordaré como uno de los mejores del año. La noche en la que al fin pude comprobar en vivo la grandeza de Amaia. 

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