"No todo vale"

"No todo vale". Con estas tres palabras dejó clara Vero Boquete su postura sobre la decisión de la Real Federación Española de Fútbol de disputar la Supercopa masculina en Arabia Saudí el próximo enero. Sus declaraciones contrastan con el estruendoso silencio de los futbolistas que no han dicho ni una palabra sobre este guiño, previo pago de una importante suma de dinero, naturalmente, a un país que viola sistemáticamente los Derechos Humanos. Un país en el que las mujeres son ciudadanas de segunda y en el que se persigue a los homosexuales. Un país que lleva cuatro años causando una masacre en la guerra de Yemen. Pero un país, ay, que tiene dinero, mucho dinero, a causa del petróleo. Y, lamentablemente, eso es lo único que parece importar a organizadores de competiciones deportivas de toda clase y ahora también a la RFEF, que aunque no sea pública como tal, sí representa a España y da una imagen del país. 


No se puede pedir a las personas famosas que sean ejemplares, por supuesto. No se les debe pedir nada más que al resto de ciudadanos. Ser ejemplares y comprometidos, pues, no es algo que se deba exigir a los futbolistas. Pero, cuando lo son, se agradece mucho, porque no tienen obligación alguna de serlo y, sin embargo, entienden que pueden utilizar el altavoz que les da su fama. Ni uno sólo de los futbolistas de los equipos masculinos de fútbol que disputarán esta Supercopa se han pronunciado sobre la decisión. Ni uno. Por eso valen aún más las palabras de Vero Boquete. Opina la futbolista, creo que con razón, que al llevar la Supercopa a Arabia Saudí se lanza el mensaje de que todo vale, "y personalmente, creo que no todo vale. Estamos hablando de un país donde las mujeres hace prácticamente un año no podían conducir, donde tienen acceso muy limitado a los estadios, donde están controladas por un hombre siempre". También  declaró que "estamos hablando de un país estrictamente restrictivo con las mujeres y con otros muchos derechos. Es uno de los países donde no hay ningún tipo de libertad. Si en el fútbol hablamos muchas veces de valores, tenemos que ser coherentes con ello". 

Tiene razón, insisto. Sus palabras hacen aún más clamoroso el silencio de los futbolistas hombres que no han dicho nada. Hay millonarios contratos por medio, claro. Y también hay un argumentario rebuscado que quizá haga sentir mejor a los responsables de la RFEF y a los futbolistas que, como Sergio Ramos, los repiten palabra por palabra. Es esa teoría según la cual se mejorará la vida de las mujeres saudíes gracias a la decisión de llevar la Supercopa, arañando alguna migaja para las mujeres saudíes mientras dure ese torneo, y sólo entonces, como que, oh dios mío, puedan acceder al campo de fútbol con libertad y sin tener que ir a una grada específica para ellas. Es una postura entre cínica (¿se lo creen de verdad?) e insultante (los derechos de las mujeres seguirán exactamente igual de pisoteados cuando la RFEF ingrese sus 40 millones de euros)

¿Debe el fútbol, o el deporte en general transmitir valores? No lo sé. No estaría mal, pero tal vez bastaría con que no premiara a dictaduras execrables. Cuando los Juegos Olímpicos se celebraron en China, pocos, poquísimos deportistas, alzaron la voz contra las violaciones de los Derechos Humanos en el gigante asiático. Pero algunos lo hicieron. Fueron valientes. Entendieron que había cosas más importantes que la simple competición deportiva y más importantes que el dinero. Cuando Rusia acogió los Juegos Olímpicos de invierno, el patinador español Javier Fernández vino a decir algo así como que los gays podían taparse un poco mientras se celebraba la competición, para no molestar a los homófobos gobernantes de aquel país. Pero, también en Rusia, cuando allí se celebraron los Mundiales de atletismo, la sueca Emma Green se pintó las uñas con los colores del arcoíris. Hay futbolistas, en fin, que facturan mucho dinero de dictaduras, y hay futbolistas como Vero Boquete que se atreven a decir que no todo vale. Son formas de estar en el mundo. 

Insisto, ningún deportista ni ningún famoso está obligado en absoluto a ser comprometido. Pero, puestos a elegir, me quedo con quienes miran más allá del dinero, con los que tienen valores, con los valientes, con los que dicen lo que piensan aunque les pueda costar un disgusto o incluso perder un contrato. Me quedo con los que no se dedican sólo a ir engrosando su cuenta corriente, sino que aprovechan su posición para denunciar injusticias. Está bien que alguien rompa este silencio cómplice. Porque tiene razón Vero Boquete, no todo vale, aunque tantos intenten hacer ver lo contrario. 

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