Calle de los maleficios

Mi interés por todo lo relacionado con París es aún mayor que la enorme indiferencia que me provocan las historias de misterios y leyendas. Sólo gracias a eso compré en la última Feria del Libro de Madrid la inclasificable obra Calle de los maleficios, de Jacques Yonnet, que lleva por subtítulo Crónica secreta de París y que, con traducción de Julia Alquézar, edita en España Sajalín Editores, una editorial que reconozco que tenía fuera de mi radar, pero que seguiré de cerca a partir de ahora, porque su catálogo está lleno de obras sugerentes. 


De esta obra, que compré cuando ya iba cargado y hacía un par de libros que sobrepase el límite que me había marcado, no sólo me llamó la atención que versara sobre París, claro. La imagen de portada, una fotografía tomada en 1952 en un bistró de la calle Xavier Privas de París, anteriormente conocida como la Calle de los Maleficios, también atrae, por su rareza, esa sensación de extrañeza y misterio que recorre toda la novela. Y, por qué no decirlo, también invita a leer la hiperbólica frase de Raymond Queneau que puede leerse en la contraportada de la obra, tan corta como contundente: "el mejor libro jamás escrito sobre París". 

No sé si esa afirmación es cierta o no, probablemente no lo sea, pero sí puedo decir que este libro tiene algo especial que cautiva, incluso si los misterios y las leyendas no le resultan especialmente apetecibles al lector. La propia vida del autor del libro, tan novelesca, tan atractiva, es uno de los puntos fuertes de la obra. En la breve reseña biográfica de Jacques Yonnet de la edición de Sajalín se le describe como "combatiente, dibujante, periodista, poeta e historiador aficionado". En el epílogo del libro, el propio autor recoge una descripción que hicieron de él: "poeta, aventurero de las callejuelas nocturnas, historiográfico y tal vez guardián de importantes secretos". 

Precisamente en ese último capítulo, añadido sobre una reedición posterior de su obra en 1966, Yonnet escribe que le sigue "intrigando la vinculación de hechos y recuerdos, la sucesión a la imbricación de acontecimientos de naturaleza diversa que acaba uniéndose, sumándose, sin llegar a confundirse, que se corroboran, se admiten y se justifican unos a otros, en una danza bizarra dominada por cierta gracia que, a veces, llega a ser majestuosidad". ¿De qué va exactamente la obra? De todo y de nada. Por sus páginas aparecen traperos, bohemios, prostitutas, agentes de la resistencia contra los nazis durante la ocupación, falsos curanderos, libreros, vendedores callejeros... Y, de fondo, una atmósfera misteriosa, una enorme belleza por el modo en el que plasma París en aquellos años, con un estilo ágil y directo, pero también fascinante. 

El autor colaboró en la resistencia contra los nazis y habla de ello en esta novela, pero como de pasada, como si fuera un detalle menor. No le destina más páginas que a cualquier leyenda o a los personajes singulares que circulan por esta obra. Es esa ligereza en el relato, esa forma de juntarlo todo, lo que termina por cautivar del libro. "Aquella relación nos causó semejante sorpresa que captó todo nuestro interés y consiguió que nos olvida´ramos de los acontecimientos mundiales", leemos en un pasaje de la novela que describe bien su esencia. "En algunos sectores de París, lo maravilloso es moneda corriente", escribe en otro momento del libro. Y así lo transmite, desde luego, Jacques Yonnet, quien alcanzó una fama enorme en su tiempo, pero que hoy es un autor casi olvidado. Pero, como también escribe el propio escritor, "igual que una ciudad, un libro vive su propia vida", y la vida de Calle de los maleficios atrapa sin saber bien por qué, como lo hace París, que describe sin describirla, cuya alma captura Yonnet en esta narración tan extraña como irresistible.  

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