El machismo mata

1.000 mujeres han sido asesinadas por crímenes machistas desde  2003, cuando empezó a llevarse un recuento de las vidas rotas por el machismo, ese que muchos dicen que no existe. Posiblemente, ya sean 1.001 las mujeres asesinadas por el mero hecho de serlo, a manos de hombres con los que compartían su vida, o no compartían nada, que tuvieron la mala suerte de cruzarse con ellos y su odio, con su criminal machismo.


El hecho de que no se empezara a registrar el número de mujeres asesinadas por violencia machista hasta 2003 dice bastante de lo tardía que fue la toma de conciencia de esta lacra insoportable para cualquier sociedad. Por supuesto, antes de ese fecha murieron muchas mujeres a causa del machismo, igual que muchas otras sufrieron toda clase de situaciones de discriminación y desigualdad, sólo por ser mujeres. En apenas 16 años, el machismo ha asesinado a más personas que la banda terrorista ETA a lo largo de su historia. No debería sonar demagógica la comparación, mucho menos ahora que desde distintos ámbitos se cuestiona la mera existencia de la violencia machista.

Detrás de cada una de esas 1.000 mujeres, cuyos nombres y apellidos han publicado estos días varios medios, hay historias de vidas rotas por el odio asesino de quien se cree superior a ellas sólo por ser hombre. Hay niños y niñas que se quedaron sin madre, asesinada, y sin padre, culpable de la muerte de aquella. Pero el drama de la violencia machista también afecta a todas las mujeres que sufren o han sufrido agresiones por parte de sus parejas o exparejas. Esas mujeres que no se sienten con fuerzas de romper con este infierno. Las que no sienten que la sociedad les respalde lo suficiente, las que no ven salida a su situación.

Sin duda, desde que se empezó a llevar esta sangrienta cuenta de mujeres asesinadas a causa del machismo la sociedad ha avanzado, pero no lo suficiente. Por ejemplo, en las noticias que informan sobre crímenes machistas se encuentran con demasiada frecuencia titulares que cuentan que una mujer ha aparecido muerta, como si hubiera perecido por un golpe de calor y no por un asesinato machista. Tampoco ayuda concebir estos asesinatos como hechos aislados, obra de locos (1.000 hechos aislados parecen demasiados para seguir siendo considerados aislados).

Nadie tiene una fórmula mágica para eliminar esta lacra, pero sí parece obvio que es importante afrontarla teniendo claro sus orígenes y su contexto. Es necesario entender que estos crímenes son el último eslabón de una cadena que se llama machismo, comprender que el patriarcado existe y sigue dañando, en ocasiones de forma irreversible, a la mitad de la población. Lamentablemente, el necesario y urgente avance del feminismo en los últimos años está empujando a un oscuro e inquietante repliegue del patriarcado. Hay personas, hombres en su mayoría, más preocupadas por denunciar posibles excesos del feminismo que en combatir el machismo. Hay demasiada gente que cree que feminismo y machismo son lo mismo, pero al revés, cuando el feminismo es el antídoto del machismo, es esa idea loca que consiste en que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres. Hay personas, sobre todo hombres, que se entregan en cuerpo y alma a cualquier iniciativa que cuestione los cimientos del feminismo, la gran causa social de este siglo, pero que no dedican ni medio minuto a luchar contra el machismo, porque creen que no existe.

Cuanto más avanza el feminismo, más se rebela el patriarcado contra el movimiento que busca poner fin a tantos siglos de discriminaciones e injusticias. Naturalmente, de los 1.000 crímenes machistas cometidos en España desde 2003 son responsables los asesinos que han matado a estas mujeres. Pero, sin la menor duda, un clima proclive a ridiculizar, cuestionar y debilitar el feminismo no contribuye a luchar contra la violencia machista. Todo lo contrario. Así que podrán seguir negando la existencia misma del machismo, pero no hay más dolorosa e insufrible demostración de ella que estos asesinatos. Eliminar estos crímenes y su raíz, el machismo, debe ser una tarea de toda la sociedad. Que haya partidos que se apresuren a retirar carteles con mensajes feministas de edificios públicos nada más tocar el poder resulta desmoralizante, porque creíamos superada la época en la que se debatía sobre lo obvio: que el machismo existe y mata, y que es labor de todos, más allá de siglas y colores políticos, eliminarlo. ¿Qué dice de una sociedad que no exista un consenso fuerte sobre algo tan básico y elemental como esto? No se pueden dar pasos atrás. Las mujeres siguen siendo asesinadas. El machismo sigue matando. 

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