Una tarde entre libros antiguos

El Paseo de Recoletos de Madrid acoge hasta el 15 de mayo la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, que servirá de antesala de la Feria del Libro, que llenará el Retiro de historias, novelas, poemas y ensayos del 31 de mayo al 16 de junio. Pasear por las casetas de esta Feria de obras antiguas ofrece muchos atractivos, más allá del obvio, que es encontrar obras que tuvieron otras vidas en el pasado, pero te están esperando, escritas para ti, sin tú saberlo, hace décadas, o siglos, incluso. Libros que te llaman la atención por el título, o porque es una obra de un autor querido de cuya existencia nada sabías, o porque es una novela amada en una edición especial, rara, desconocida, que quieres sumar a tu biblioteca. 


Recorriendo las casetas que inundan de literatura el Paseo de Recoletos hay toda clase de lectores, desde quienes curioseamos a tontas y a locas, dispuestos a dejarnos sorprender, sin una lista de deseos ni un propósito especial más que dejarnos envolver por lo que se nos ofrece, hasta los que buscan obras concretas, porque estén descatalogadas o porque se desea completar la biblioteca con esa novela o ese poemario que falta. Es delicioso pasear por estas casetas, que desprenden amor por los libros, que nos recuerdan que, aunque cada vez se lea menos, sigue habiendo muchas personas que no conciben la vida sin la ficción, sin emocionarse con una historia inventada que resuena más real que sus propias vidas, o sin reflexionar con un ensayo. 

Encontrar obras que sumar a la mochila vital, que añadir a nuestras experiencias gozosas en la compañía de un libro, es el principal aliciente de esta Feria, pero no el único. Fascina, por ejemplo, ver las encuadernaciones antiguas, tan bellas, tan clásicas, tan cuidadas. El libro importa, sobre todo, por lo que contiene, pero no sólo. También es un preciado objeto que poseer y eso lo saben bien las editoriales, que cada vez cuidan más cada detalle de sus obras, para que fondo y forma, contenido y continente, vayan de la mano. Es maravilloso, por ejemplo, ver a un hombre anciano con los ojos encendidos de emoción y nostalgia encontrar el ejemplar de una colección de poesía que le acompañó en su infancia, que quizá le llevó a caer rendido al poder transformador de la palabra, que le cambió la vida. Es una de las escenas que regala un paseo por Recoletos estos días. 

También es hermoso ver a un joven recorrer cada caseta preguntando por una obra de Benedetti, que debe de ser muy difícil de encontrar, porque no tiene suerte, al menos, en el tramo de la Feria en el que se juntaron nuestros pasos. O escuchar a una pareja de argentinos, aparentemente de viaje por España, que se detienen en una caseta para preguntar por el escudo y el origen de sus apellidos, procedentes de Europa. Regresarán el lunes a por ello y se llevaron un trozo de su pasado hacia la Argentina. Maravilla ver a niños preguntando por ediciones de segunda mano de sus autores preferidos y hace tomar conciencia de cómo pasa el tiempo y de que uno no es ya tan joven como se piensa encontrar entre los objetos antiguos y codiciados por los coleccionistas un álbum de cromos de Harry Potter. 

Como siempre sucede en este tipo de ferias, lo mejor es la variedad absoluta que se encuentra en ellas. Hay muchas obras de toda clase y condición y en todos los idiomas. Algunas dan cuenta de cómo ha evolucionado la sociedad. Por ejemplo, sorprende encontrar un libro editado por Planeta en el año 1981 en el que quienes fueron ministros con Franco recuerdan con bastante admiración y cariño al "caudillo", entre preguntas como "¿es cierto que con Franco vivíamos mejor?". O un libro de los años noventa en el que, en apariencia, se llama a romper tabúes sobre la homosexualidad, aunque basta una lectura rápida para encontrar un aluvión de prejuicios y estereotipos vacuos e ignorantes. 

Si algo demuestra cómo ha cambiado la sensibilidad de la sociedad es el tratamiento de la mujer en las obras editadas. No es difícil encontrar obras con un intenso tufo machista y rancio, o carteles publicitarios en los que la mujer aparece como la perfecta esposa y ama de casa. No se trata, naturalmente, de juzgar esos contenidos del pasado con los ojos del presente, pero sí de reconocer en esas obras el cambio de la sociedad, aunque haya otros indicios electorales que nos digan que tal vez no se ha cambiado tanto. Pero eso forma parte de otros terrenos más pantanosos y menos amables que el de esta Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que regala hallazgos inesperados, como un puesto con postales antiguas en las que se leen dedicatorias de personas de cuya vida todo lo desconocemos, trocitos de vida a los que da cierto pudor asomarse, pero que despierta una atracción irrefrenable, como cuando te encuentras fotos o anotaciones dentro de un libro de segunda mano, que te recuerdan que antes alguien recorrió esas páginas, y que te llevan a preguntarte quién era, qué pensaba, qué sentía, cuál era su situación emocional cuando leyó esa obra. Un viaje al pasado y a otras vidas, una tarde entre libros antiguos que abre muchas puertas, como todo lo que está relacionado con la literatura. 

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