Gran Vía Teatro Falla: El carnaval de Cádiz en Madrid

Cádiz es un misterio. ¿Cómo es posible que haya tanto talento y tanto ingenio en una misma ciudad? ¿Será por la historia milenaria de la ciudad? ¿O por su belleza arrolladora? Ese misterio gaditano invadió ayer al ritmo de pasodobles y cuplés la Gran Vía Madrileña. Una de las cosas que me gustaría hacer algún día antes de morir es asistir a una final del Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz en el Teatro Falla. Mientras llega, ayer fue maravilloso poder disfrutar del espectáculo Gran Vía Teatro Falla, que llevó un trocito de Cádiz y su carnaval al Teatro Edp Gran Vía. Madrid no tiene playa, pero ayer, durante cerca de tres horas, sí tuvo chirigotas. 


El espectáculo estaba anunciado a las 12, pero comenzó a las 12:30. Se anunció un descanso, pero luego éste no se llevo a cabo. Era lo propio. Era carnaval. Tocaba improvisar, dejarse llevar. Un espectáculo con puntualidad británica tendría menos gracia. Parecía una manifestación el grupo de gente que aguardábamos a que abrieran las puertas del teatro, inundando la Gran Vía, pero era algo diferente. Era un grupo de gaditanos nacidos en Cádiz y de gaditanos nacidos en cualquier otra parte, como dijeron los presentadores, decididos a disfrutar del talento de las rimas del carnaval, de su irreverencia, de las risas que provoca la libérrima y gaditana actitud de reírse de todo y de todos. 

El espectáculo, organizado por Global Media Office, fue un cúmulo de aciertos. Fue excelente todo, desde la selección de los maestros de ceremonia (Manolo Casal y Modesto Barragán, los presentadores del Carnaval de Cádiz en Canal Sur cada año), hasta la representación variada de esta explosión de ingenio que cada mes de febrero desborda la tacita de plata y llega a todo el mundo. La emisión de Canal Sur a través de plataformas digitales, YouTube y las redes sociales han provocado que el Carnaval de Cádiz sea cada vez más conocido y admirado en el resto de España y del mundo. 

Comenzó la fiesta con Las niñas de Cádiz, un grupo femenino que despertó las primeras risas (más bien, carcajadas), con letras hilarantes y picantonas, que cantan a la libertad sexual y a la guasa. Después llegó el turno de otra chirigota callejara, Viña Fashion Week, la más irreverente, con letras brillantes que reflexionan sobre la impostura de las redes sociales y con bromas sobre todo, sí, absolutamente todo, sin corrección política alguna. De hecho, protagonizaron uno de los mejores momentos de la mañana, al ir cambiando sobre la marcha una letra antigua del Carnaval para adaptarla a los tiempos modernos y no ofender a nadie. Dispararon contra todo el mundo, sin ahorrarse bromas sobre el sarampión de banderas de los últimos tiempos. 

Después fue el turno para dos chirigotas oficiales, la sevillana Los Daddy Cádi, que con sus ritmos reggetoneros y sus bromas afiladas cautivaron al público del Falla este año en el Carnaval de Cádiz, y que concluyeron segundos en el Concurso de Agrupaciones. El primer puesto fue para La maldición de la Lapa Negra, que se presentó sin su alma mater, Manolo Santander, por problemas de salud. No estuvo físicamente, pero sí estuvo muy presente en el recuerdo de todos los asistentes durante toda la mañana, incluido el desenlace del espectáculo, cerca de las tres y media de la tarde, cantando ese himno que compuso al Cádiz, Me han dicho que el amarillo. 

La política estuvo presente, claro, en las letras de los cuplés, los pasodobles y los popurrís. Este es un año de cambios políticos en Andalucía y no escaparon de las bromas de las chirigotas ni Susana Díaz y el PSOE andaluz, muy criticado, ni Vox y su radicalismo político. Por supuesto, también el alcalde de Cádiz fue centro de la diana de algunas bromas, igual que el rey Juan Carlos, Albert Rivera o Pablo Casado, en unas rimas memorables sobre el esfuerzo de tantas familias por pagar la educación de sus hijos. Hubo bromas sobre todo, también algunas de esas que hacen reír sobre temas serios, de esos en los que a la carcajada le sigue un "qué brutos". Esas bromas que se ríen, precisamente, porque no se racionalizan. Las que dan sentido al humor, las que muestran su cara más libérrima, las que tratan al espectador como a un ser adulto dispuesto a reírse de todo, empezando por él mismo, porque el humor es muestra de inteligencia. Así lo dejan claro cada mes de febrero en Cádiz, así se vio ayer por la mañana, cuando Madrid fue Cádiz por un rato y la Gran Vía se vistió de carnaval. 

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