Funambulista en la Riviera

Cuenta Joaquín Sabina que eligió el título de uno de sus temas sólo para que, cuando se le mencione, la gente diga "la canción más hermosa del mundo, de Sabina". Desconozco si Diego Cantero (Funambulista) llamó Quiero que vuelvas a una de sus canciones sólo para que la proclame el público en las despedidas de sus conciertos, para pedirle que regrese pronto, que vuelva a celebrar la vida, a derribar las puertas. Si es así, se agradece, porque es una forma hermosa de devolverse parte de su energía y su entrega en el escenario. Anoche, cuando callaron las guitarras, la batería y el teclado, cuando calló también el propio artista, la sala Riviera cantó con una sola voz el estribillo de Quiero que vuelvas, agradeciendo esa noche y deseando que llegue otra igual pronto


Presenta Funambulista en esta gira de conciertos su nuevo disco, El Observatorio, que incorpora a su ya amplia discografía unos cuantos temas con muchas probabilidades de perdurar en la memoria de sus seguidores, cada vez más numerosos, igual que aquel Quiero que vuelvas o tantas otras canciones de las que el público tararea cada verso. Comenzó con Viento a favor, una forma excelente de empezar, porque anticipó todo lo que llegó después en su letra: "noches de farra, canciones de amor, labios que besan despacio, sueño dorado y el viento a favor, vida para ir devorando". Y fuimos devorando ese trocito de vida, sí, ese concierto en el que, ya en los bises, Diego Cantero dijo al público: "la pregunta no es si os lo habéis pasado bien, sino '¿estáis siendo felices?' Fuimos muy felices, en efecto. 

Otra de las mejores canciones de su último disco, Aquí estaré yo, la introdujo Funambulista cantando un fragmento de la clásica María la Portuguesa. Después comenzaron a sonar los acordes de su tema, esos en los que desea que nuestra patria sea la sonrisa, ese verso. "Ojalá que pase algo de repente. Un estruendo, una ventisca, un apagón. Ojalá que al despertar cambie mi suerte, te tropieces de repente y al chocar veas que soy yo. Ojalá te llegue lo que mereces, que lo que sientes te crezca fuerte y que se te ensanche tu corazón. Con Éramos Reyes celebramos alegremente, como en tantos temas de Funambulista, una historia de desamor, que abraza la nostalgia y recuerda tiempos pasados más felices, "cuando éramos reyes, sexo con amor, fiesta en los hoteles, aire en el pulmón, agua entre la nieve, carne de canción". 

También son nuevas Valiente y libre, la canción que Diego Cantero dedica a su mujer, en la que elogia su "forma linda de ser valiente y libre a la vez";  Esa luz, con aires sureños y vitalidad; Líneas paralelas, que reservó para el final del concierto, con su delicadeza y su ternura, o Verlos bailar, una historia de amor de dos chavales de barrio ("al final tuvieron tiempo de volver a desafinar canciones en el coche, a colarse en la piscina del hotel y esperar desnudos que llegue la noche, donde todo se podía deshacer, donde nunca preguntaron por su nombre"). 

Interpretó Funambulista sus nuevos temas y, claro, también los de siempre, esos con los que ha ido ampliando despacio pero seguro su base de seguidores, esos que coreamos en una mágica noche del verano pasado, en las Noches del Botánico, esos que, tras disfrutar de un concierto de Funambulista, no se van de la cabeza en unos cuantos días. Por ejemplo, Ya verás, una joya que también celebra la nostalgia, el desamor, tal vez su mejor canción; o Quédate, tan tierna; o Como un idiota, una de las canciones más divertidas e irónicas de Funambulista, con un comienzo brillante: "como un idiota que se pone a maquillar de seriedad lo que le importa, como esa estúpida manera de sentirme un amante en cada boda, con la certeza del imbécil trovador que puso estrofa a cada historia, con esa excéntrica manía de llamar a cada cosa de otra forma". También cantó Me inventaré, esa delicia que nació del miedo y el horror tras los atentados de París, dedicada a todos los niños a los que estamos dejando un mundo no demasiado habitable. 

Recordó Funambulista sus comienzos en Madrid, en un concierto en Libertad 8 al que fueron unas 30 personas, pero en el que empezó a plantar semillas y a regarlas poco a poco. La carrera de Funambulista, libérrimo, talentoso y fiel a sí mismo, es un ejemplo. Porque no ha tenido prisa ni ha tomado atajos. Porque nunca ha dejado de crecer, pero siempre manteniendo su esencia. Es maravilloso ir viéndole cantar en recintos cada vez más y más grandes. No porque sean mejores ni porque no se añoren espacios más reducidos, sino porque este crecimiento es merecido y porque eso significa que la belleza de sus canciones llega cada vez a más gente. Y no estamos en tiempos en los que sobre la belleza. Feliz, enérgico, entregado en el escenario, como siempre, Funambulista lo volvió a hacer y sólo nos queda decirle una y mil veces que queremos que vuelva. 

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