La mejor canción jamás cantada

La mejor canción jamás cantada tiene muchos más aciertos de los que sugiere la cifra de audiencia de su estreno el viernes pasado en La 1 (si la audiencia tuviera algo que ver con la calidad, claro). El programa, producido por Gestmusic (Operación Triunfo, Tu cara me suena...), parte de un planteamiento simple: cada semana elegirá la mejor canción de una década. El viernes comenzó, claro, por los 80, para muchos, la mejor década en lo musical, la más variada, la más perdurable. Varios artistas actuales versionan los temas clásicos de esa década, elegidos previamente por los seguidores del programa en sus aplicaciones y en la web. En las canciones elegidas para representar a los 80 había algunas ausencias flagrantes y quizá sobraban un poco algunas presencias, pero eso es lo de menos. Esto no va de sentar cátedra, naturalmente, sino de pasar un buen rato. Y el programa, presentado por Roberto Leal (cada día más cómodo en todo tipo de formatos), lo consigue con creces. 


El primer acierto claro del programa es que los artistas versionan de verdad las canciones. Es decir, le dan totalmente la vuelta. Con arreglos increíbles, con un nuevo aire sorprendente. Y ese atrevimiento es muy de agradecer. Precisamente porque son canciones legendarias, instaladas en el disco duro de todos, como dijo la gigantesca Noemí Galera, es osado crear versiones tan distintas al original, ya que son material sensible. Algunas de ellas fueron espectaculares, como la de Bailando, de Alaska y Los Pegamoides, que interpretó Bebe; la de La chica de ayer, de Nacha Pop, a la que dio una emoción especial Alfred García; Un velero llamado libertad, de José Luis Perales, que llevó a su libérrimo terreno Falete, y sobre todo la versión maravillosa que hizo El Kanka de Enamorado de la moda juvenil, que el cantautor eligió, precisamente, por estar muy distanciada de su estilo. 

A diferencia de lo que ocurre otras veces en televisión, no se trata de cantar un tema clásico tal y como lo recordamos, sino de atreverse a cambiarlo, en algunos casos, de forma radical. Además, el programa acierta en el tono distendido, con Noemí Galera, animal televisivo, siempre perfecta, que igual te hace de directora de la academia de OT como de miembro del jurado de este nuevo programa, y Tony Aguilar como miembros fijos del jurado. Cada semana tendrán un acompañante, que el viernes fue Ághata Ruiz de la Prada, cuya relación con la música es cuestionable, pero que dio mucho juego y protagonizó varios de los momentos más divertidos de la noche. 

Además de entretener y de apelar a la nostalgia, otro acierto claro de La mejor canción jamás cantada es su carácter didáctico. Cada canción es presentada con un vídeo en el que se cuentan más detalles del tema, de mano de expertos musicales y también de famosos que recuerdan lo que esa canción significa para ellos. Eso y Jaime Altozano, el divulgador musical que fascina en sus vídeos de Youtube y que participó dos veces en el programa, una para contar detalles propios del sonido que se impuso en los años 80 y otra, divertida, para cuestionar la elección de los miembros del jurado de una de las tres canciones finalistas. Ojalá tenga más presencia en próximos programas, porque fue sensacioal. 

El programa, que viajará a la década de los 60 la próxima semana, recupera parte del valiosísimo archivo de TVE, para rememorar el contexto de las canciones interpretadas. Desconozco si seguirá siendo así en los próximos programas, pero al menos el viernes pasado la mayoría de las actuaciones fue con música en directo, una deliciosa rareza en televisión. Si a eso sumamos que entre los intérpretes seleccionados para viajar a los 80 (cada semana cambian los cantantes) es muy variado, con la presencia, por ejemplo, de Funambulista (cuyo último disco, El observatorio, tiene muy buena pinta), se completa una apuesta muy entretenida para celebrar la música. Un programa con el que divertirse, recordar y aprender. 

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