El juego del ahorcado

Desconocía la existencia del libro de Inma Turbau, El juego del ahorcado (Navona Impactos), publicado en 2005, y tampoco sabía que se había hecho una película basada en la novela. Di con este libro por casualidad y fue una de esas magníficas coincidencias que te permiten acceder a una voz narrativa potente, a la que seguir de cerca. Empieza fuerte la novela: Sandra conoce la noticia de suicidio de David, con quien mantuvo una relación tóxica que le marcó para siempre. El suicidio es siempre un tema sensible, difícil de abordar. Pero no es el único de esos temas peliagudos que aborda la autora de este libro, duro, muy duro, en ocasiones, pero extraordinariamente bien escrito. 


Cuando conoce la muerte de David, Sandra vuelve a su ciudad, de la que salió de joven, en parte, huyendo de su relación con él. Y en esa noche, la anterior a su entierro, en una noche sin fin de recuerdos, Sandra reconstruye su historia. Lo hace desde su emoción, compartiendo sus sentimientos, ocultando información al lector hasta bien avanzada la novela. Con un estilo ágil, Sandra se retrotrae a su adolescencia rebelde. Ella, buena estudiante, siente una necesidad de transgredir y de llamar la atención. Quiere ser protagonista. Quiere hacer cosas prohibidas. Es adolescente, en resumen. Y su relación con David, el malote de manual, la mala compañía clásica que su entorno le recomienda evitar y con quien ella, sin embargo, se encuentra a gusto. Al principio, por escandalizar un poco a sus padres y amigos. Pero, después, por una conexión especial y fuerte con él. 

Entablan una relación tan poderosa como destructiva. Se quieren, a su manera. Pero no se saben querer. La fuerza que les une, imparable, también les hace daño. Mucho. Pero se buscan y se persiguen. No se hacen bien, pero no se dejan de buscar. De David cuenta Sandra que "era encantador, con el encanto que tienen los animales que sabes que antes se dejarían morir que domesticar". Comparten una relación que empieza siendo amor y termina siendo otra cosa. El estilo con el que está contada su historia es extraordinario, no porque haga grandes alardes estilísticos, sino por todo lo contrario, por su naturalidad y agilidad. Por ejemplo, este pasaje, que cuenta lo que siente Sandra por David: "No me gustaba que me llamara al apartamento porque era tan minúsculo que no era posible tener un gramo de intimidad. No es que dijera cosas que los míos no pudiesen escuchar, excepto las más banales, pero los silencios... Me parecía obsceno que alguien pudiese escuchar nuestros silencios, porque estaban tan llenos de amor y de desesperación y eran tan inexplicables.. Dejábamos que se nos escapasen los minutos así, escuchando al otro respirar a centenares de kilómetros, y sabíamos que no había nada más importante que decir, que nada superaba aquella sensación de estar juntos y nada más". Los silencios. 

La historia se va complicando más y más, se va haciendo más oscura, más dolorosa, más trágica. La relación entre ambos comenzó con los dos diciéndose con el juego del ahorcado aquello que no se atrevían a decirse a viva voz. El juego del ahorcado termina significando algo bien distinto, más literal, más doloroso, para ambos. Porque David se ahorca y Sandra, impactada, destrozada, años después de verlo por última vez, empieza a recordar. Y siente que aquel final era inevitable. Y piensa en lo que compartieron, en lo que pudieron hacer el uno por el otro, y no hicieron. En lo que sí hicieron, y tanto les costó. En lo que derivó esa relación, con episodios muy graves. Porque, como dijimos arriba, el suicidio no es el única tema impactante y muy sensible que aborda esta novela. Se quisieron, pero a su manera. Y se hicieron bien, pero también se machacaron. 

La obra, con la voz de Sandra, va sumergiendo al lector en la complejidad cada vez mayor de esa relación. Y, sólo al final, le desvela un secreto, una de las claves, eso que Sandra tiene en la mente desde el principio, pero que no comparte en su relato hasta el desenlace. Hay un suceso, que no desvelaremos aquí, que cambia la vida de ambos. Su relación no vuelve a ser lo mismo, porque ellos tampoco vuelven a serlo. Cada uno reacciona a ese suceso, muy duro y cuya descripción resulta muy impactante, de un modo distinto. Pero ese hecho, violento, salvaje, doloroso, insoportable, les marca para siempre. El juego del ahorcado es valiente, porque entra en lo más oscuro del alma humana, y es además una novela con un estilo que cautiva. Sabe lo que quiere contar y lo cuenta de la mejor forma posible. 

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