80 egunean (En 80 días)

Hay pocas películas impecables, en las que todo, cada diálogo, cada escena, cada personaje, es perfecto. 80 egunean (En 80 días), de José Mari Goenaga y Jon Garaño, es una de ellas. Sencillamente perfecta. Un prodigio. Nada sobre ni falta en esta historia hermosa, plena de autenticidad y honestidad, hermosa y bella, tanto como lo es la vida. No sé qué se ha visto menos en el cine, si historias de amor entre dos mujeres o historias centradas en la vejez. Esta película aborda ambos temas, con una sensibilidad exquisita. La película es pura verdad. Las interpretaciones de Itziar Aizpuru y Mariasun Pagoaga son de las que más me han impactado en mucho tiempo. 

La película, de los directores de la aclamada Loreak, se estrenó hace ocho años, así que llegó bastante tarde a ella. Le debo el descubrimiento a una buena amiga, que me recomendó de forma muy entusiasta esta historia. Y de forma aún más entusiasta debo yo agradecerle que me hablara de ella y me prestara el dvd del filme. Porque es exquisito, un milagro, una historia encantadora narrada de un modo excepcional. Es una película, sí, pero, en realidad, es más que una película. Porque la historia de Axun y Maite, sus protagonistas, es de las que uno recuerda mucho tiempo después de haber terminado de verla. Porque la cinta tiene una energía y una sensibilidad especiales, difíciles de encontrar en el cine. Porque todo en ella es insuperable. 


El día 1 de estos 80 días del título que narra el filme se produce un accidente, que afecta al exmarido de la hija de Axun. Se intuye que no terminaron bien y su hija, que ahora vive en Estados Unidos, no tiene la menor intención de coger un avión para visitar a su ex. Pero Axun acude al hospital. A su marido no le parece bien. A su hija le enerva. A sus amigas les extraña. Pero ella, movida por la compasión, por la humanidad, acude a visitarlo. En el hospital descubre que está solo, que nadie ha ido a verlo. Y lo encuentra mal, inconsciente, muy grave. A Axun le conmueve verlo en ese estado. Y decide volver a visitarlo. Pero también descubre algo más en esa habitación de hospital, porque se encuentra con Maite, una amiga de la infancia, a la que no veía desde hacía más de 50 años. 

Axun y Maite son muy diferentes, pero sienten una conexión especial. Axun se ha casado, vive una vida tradicional, es la perfecta ama de casa. Maite no está casada, no oculta que es lesbiana. La primera se siente, aunque de forma inconsciente, rígida, constreñida por lo que se supone que se espera de ella, por lo que es lo correcto. Maite es alegre, vitalista, algo alocada. No piensa tanto la vida, prefiere vivirla. Y Axun descubre otra forma de vivir a su lado. Sobre todo, descubre otro yo. Y se lo dice una tarde. A su lado se siente diferente. Se siente otra persona, que no es ella, pero, a la vez, que es más ella que nunca. Es una emoción fuerte y, como tal, inquietante y perturbadora. Porque pone a prueba la razón, su vida entera. Porque lo cuestiona todo. 

Con las calles de Donosti como escenario, Axun y Maite se cuentan su vida, disfrutan juntas, se dan un respiro. Y entreabren una puerta que aterra a Axun, una puerta bloqueada por prejuicios. La historia fluye con una naturalidad excepcional. No hay ninguna situación que resulte impostada. Todo fluye. Son dos mujeres mayores sintiendo algo que las películas suelen reservar para personas jóvenes, y generalmente, un hombre y una mujer, claro. Es una historia probablemente nunca antes contada, o casi, en el cine, pero sin duda sí muchas veces vivida. Porque las personas no dejan de sentir en la vejez. Porque, en el fondo, como le escuchamos a una de las protagonistas, cuando uno es anciano no es en realidad más sabio, termina cometiendo los mismos errores, cayendo en las mismas dudas e incertidumbres. La película, en fin, es encantadora. Acierta al situar la cámara donde casi nadie la sitúa, pero es que además narra la historia con maestría y enorme sensibilidad. Esta película se estrenó en 2010 y estamos a principios de año, queda mucho cine por ver, pero sin duda va a estar entre las películas que más me han emocionado este año.

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