The final year

Aunque está claro que The final year sólo muestra una pequeña parte de la realidad, la que quieren contar sus protagonistas, como no podría ser de otra forma, y a pesar de que la autocrítica brilla por su ausencia, este documental de Greg Barker producido por HBO resulta muy interesante. Las cámaras siguen al equipo de Exteriores de Barack Obama durante su útltimo año de mandato, por lo que sirve de testimonio de cuestiones como el pacto con Cuba, el acuerdo con Irán o el fallido papel de Estados Unidos en la guerra de Siria. También sirve para constatar la perplejidad de buena parte de los asesores de Obama por el auge de Donald Trump en las encuestas de las elecciones presidenciales y, posteriormente, su triunfo en las urnas.


Los documentales de este tipo se suelen resentir de esa sensación de que todo está algo impostado, un pedacito de la realidad construido de cara a la galería cuando las cámaras están grabando. Aquí también ocurre, es imposible que no sea así, teniendo en cuenta la relevancia de las cuestiones abordadas y de los cargos que ocupan sus protagonistas. Quien espere asistir con sus cámaras a reuniones de alto nivel del entonces secreto de Estado, John Kerry, o escuchar declaraciones incendiarias del siempre mesurado Obama no encontrará lo que busca. Pero el trabajo es valioso, por cómo está planteado, un último año en el que el reloj va avanzando con el riesgo de que su legado se evapore si Trump gana las elecciones, y por el incuestionable poder de transmitir su visión del mundo de sus protagonistas. 

Alguna que otra diferencia entre los componentes de la Administración Obama sí se desvela, sobre todo en lo referente a Siria. En esa cuestión, Kerry adopta una actitud de pragmatismo, pura Realpolitik. La situación en Siria es desastrosa, pero nada nos garantiza que una intervención allí no vaya a empeorar aún más las cosas, como ocurrió en Irak. Mucho más beligerante con las atrocidades cometidas por el régimen de Al Assad se muestra en el documental Samantha Power, embajadora de Estados Unidos ante la ONU. Es, sin duda, la más idealista de todas las personas de la Administración Obama a las que sigue el documental en su último año en el puesto. Podemos verla llorar de impotencia cuando visita a las víctimas del grupo terrorista Boko Haram o arremeter con dureza contra Rusia por su apoyo indisimulado a las violaciones de los Derechos Humanos del régimen sirio.

Power tiene algún encontronazo con Beb Rhodes, el gran asesor de Obama en aquellos años, algo más pragmático. Rhodes es un convencido de la política exterior del expresidente. Cuenta con ilusión que Obama demostró que había otras formas de hacer las cosas, tras décadas de intervencionismo. Pone como ejemplo el acuerdo para descongelar las relaciones con Cuba o el pacto nuclear con Irán, ambos ahora en riesgo por la presidencia de Trump. También muestra una emoción especial por el discurso de Obama en Hiroshima, el primero de un presidente estadounidense en el mismo lugar donde un antecesor ordenó lanzar la bomba atómica. Rhodes aparenta ser el más devastado ante el triunfo de Trump en las urnas, en parte porque era también el más convencido de la victoria de Hillary Clinton. También recoge el documental la decepción de Power y Susan Rice, consejera de Seguridad Nacional, quienes había organizado esa noche una cena con mujeres demócratas políticas, para seguir la que esperaban que fuera la victoria de la primera mujer presidenta de Estados Unidos.

The final year permite asomarse a una mirilla del poder de la Casa Blanca en el año final de Obama, por reducida y falseada que sea esa mirilla. El expresidente también habla en el documental, que muestra algunos de sus discursos más emblemáticos en ese último año en el poder, y cuya superlativa capacidad dialéctica queda acreditada una vez más. Obama, cuya política exterior dejó que desear para la mayoría, cuya inacción en Siria será siempre muy discutible y cuyas disparadas expectativas al llegar al cargo con el Nobel de la Paz bajo el brazo no se cumplieron, sí permitió al menos transmitir al mundo una imagen diferente de Estados Unidos. Ante la dificultad de poder aprobar leyes en casa, con el Congreso en manos republicanas, dedicó parte de su segundo mandato a abrir una senda distinta en política exterior. Pese a todos sus errores, es innegable que logró acuerdos audaces que probablemente hacen el mundo más seguro y que cumplió su promesa de no volver a meter a su país en una guerra. Su figura, indudablemente, se engrandece ante la talla mínima e impropia del cargo de su sucesor en la Casa Blanca. Sobre el inesperado triunfo de Trump en las elecciones Obama se limita a afirmar en el documental que la historia no avanza de forma lineal, que tiene siempre zigzags. Pronuncia estas palabras en Atenas, cuna de la democracia, como emblemático escenario de su último viaje al exterior como presidente. El último viaje que recoge este documental que parte con unas indudables limitaciones, pero que logra superarlas y ofrecer un testimonio atractivo de la reciente historia estadounidense y mundial.

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