La soledad y su mala fama

La soledad tiene una muy inmerecida mala prensa. Pocas personas reconocen lo necesaria que es y suele inspirar más miedo que entusiasmo. Ricardo Darín, además de ser un excepcional actor, suele dejar perlas en sus entrevistas. Hace unos años fue muy célebre una entrevista en una televisión argentina en la que explicaba por qué no le volvía loco actuar en Hollywood. Contó entonces que llevaba seis meses haciendo una obra de teatro en España y que sólo pensaba en volver a su casa para estar con su mujer y sus hijos. Dijo no a una oferta para protagonizar una película en Hollywood y que no era una cuestión de dinero, que era consciente de ser un privilegiado en un mundo demasiado desigual y que "la ambición te puede llevar a un lugar muy oscuro". Ayer, Darín regaló otra perla en una entrevista en El País, esta vez, sobre la soledad y su mal nombre. 


Contaba Darín que le gusta la soledad, igual que a su mujer. "Somos medio ermitaños", dijo. Contó que tienen una casa amplia y que allí cada cual puede tener su espacio. Y después dijo esto: "estar juntos no significa estar amontonados. La soledad es inherente a la especie humana. Nacemos y morimos solos. Si no nos llevamos bien con nuestra soledad estamos fregados"

Es imposible decirlo mejor, con ese maravillo español de allá. Es cierto lo que afirma Darín. La soledad no tiene buena fama, se le teme, se escapa de ella. Pero la soledad es necesaria. Muchas de las mejores cosas de la vida, como leer un libro, por ejemplo, se hacen en soledad. Igual que se disfruta en el cine en soledad, aunque se esté rodeado de gente ruidosa empeñada en confirmar que no se está solo. Y, sobre todo, se piensa y se sueña en soledad. Hay aversión a estar solo, cuando nunca se deja de estar solo del todo. Por eso es tan importante llevarnos bien con nuestra propia soledad, porque nosotros seremos la única persona con la que estaremos toda la vida. 

Por supuesto, no hablamos de la soledad no deseada, de la de quien sufre por no estar acompañado, de quien se siente abandonado o necesitaría ayuda. Pero sí de esa otra soledad, la saludable, la necesaria, la de los ratos para uno mismo, la de esos momentos en los que nos conocemos mejor a nosotros mismos, la soledad de la pausa y el reposo, del silencio, eso tan difícil de encontrar hoy en día. Esa soledad que no está reñida, por supuesto, con disfrutar de la vida, con gozar con familiares y amigos, con tener también otros momentos de bullicio y compañía. Un actor no tiene ninguna obligación, como actor, de nada más que actuar bien. No se le debe exigir ser referente de nadie. Como actor, lo que importa es su trabajo y punto. No está obligado a ser ejemplar ni a ser reflexivo. Pero, algunos, además, lo son, y esas palabras de Darín en la citada entrevista, en apariencia una entrevista promocional más, invitan a pensar. Porque, en efecto, "si no nos llevamos bien con nuestra soledad estamos fregados". 

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