Gala Salvador Dalí: Una habitación propia en Púbol

Dalí convirtió su propia vida en una excesiva, alocada, genial y surrealista obra de arte. Pocos artistas se dedicaron de un modo tan claro a romper las fronteras entre su obra y su vida como el genio ampurdanés. Desde ese punto de vista, la figura de Gala, su musa, su mujer, su compañera, su inspiración, su apoyo, su otra mitad, adquiere siempre una dimensión misteriosa. Ahora, una exposición en el Museo Nacional de Arte de Catalunya, Gala Salvador Dalí: Una habitación propia en Púbol, reivindica el papel de esta mujer en la obra de su marido. Es una muestra con el objetivo claro de remarcar que Gala fue más que la gran musa de Dalí, sino que fue en parte cocreadora de su obra. La premisa de la que parte es que "desvelar a Gala sería desentrañar el tablero surrealista que sin ella sigue incompleto". 


Además de varias de las mejores obras de Dalí, que siempre impactan como la primera vez, la exposición incluye fotografías de Gala y Dalí, cartas, libros y objetos (como vestidos) que pertenecieron a esta fascinante mujer, que ya fue clave en la carrera literaria de Paul Éluard, su primer marido, y que cambió la vida de Dalí. Esta muestra parte de una investigación de casi 20 años de Estrella de Diego, catedrática de Historia del Arte, quien publicó en 2003 el libro Querida Gala. Las vidas ocultas de Gala Dalí. Aquella obra, leemos en el programa de la exposición, fue de alguna manera el punto de partida de esta muestra de esta muestra. La historiadora siguió estudiando la figura de Gala, para demostrar "su papel esencial en la configuración del personaje compartido con Dalí, de su propio personaje y hasta de su propia leyenda". 

En la muestra aparecen imágenes del Castillo de Púbol, ese "regalo cortés" de Dalí a Gala, esa "habitación propia" de la rusa, a la manera de Virginia Woolf, en la que Dalí sólo podía entrar si su mujer le daba permiso previo. Hay varios vídeos en la exposición, que reflejan esa genialidad colindante con la locura, esa intensidad artística, por momentos delirante, de la pareja. Las imágenes más delirantes muestran una cena ofrecida por la pareja en su residencia de Portlligat, en Cadaqués, a la que acuden artistas y embajadores. La cena tiene como leitmotiv, claro, el surrealismo. Todo el mundo acude a ella disfrazado y en los platos, entre otras sorpresas, hay ranas vivas que saltan sobre el comensal cuando intenta comerlas. Puro Dalí. Puro surrealismo. Y Pura Gala, insiste esta exposición, porque ella fue la responsable, junto a su marido, de estas performances indistinguibles de sus creaciones artísticas. 

Gala también es reivindicada como cocreadora de objetos surrealistas, como el zapato sombrero, y como responsable en parte del diseño del castillo de Púbol.  A la imagen de Gala como musa de Dalí, representada en multitud de obras, como virgen en algunas de ellas, se le debe sumar la de su agente, la persona que, según palabras del propio Dalí, le salvó "de la locura y de la muerte temprana". Y también la imagen de mujer libérrima, que mantuvo cuantas relaciones extramatrimoniales quiso, y de una extraordinaria cultura, ya desde niña. 

En la exposición de remarca que Dalí firmó varios de sus cuadros como Gala Salvador Dalí, la unión del matrimonio. Esta muestra reflexiona sobre una constante en el mundo del arte (y no sólo): el papel de la mujer, tantas veces relegado. Según la tesis que sostiene la comisaria de la exposición, gran parte de los mitos sobre Gala, que la presentan como una mujer ambiciosa y manipuladora, no se pueden explicar sin entender el patriarcado, esa visión del mundo que relega a las mujeres a un segundo plano. Bienvenida sea este reivindicación de Gala, porque reabre debates y cuestionas ideas muy asentadas, porque demuestra que el arte está vivo, como lo está Dalí a través de sus obras, con las que contó con un apoyo incondicional  de su esposa. Gala, en fin, como algo más que musa de Dalí, como coautora de un proyecto artístico delirante al que siempre gusta volver. 

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