Impón tu suerte

Detrás del título de la última obra de Enrique Vila-Matas, Impón tu suerte (editado por Círculo de Tiza) que parece casi de un manual de autoayuda, hay un conjunto fascinante de artículos y reflexiones del escritor. Jamás decepciona. Cuando el autor de París no se acaba nunca afirma que "si un escritor no se atreve a todo, jamás será un escritor" no exagera ni un ápice. Es exactamente así cómo entiende el oficio del escritor. La literatura es algo trascendente, que cambia vidas, que se arriesga, que se la juega. En este libro, que está dividido en cuatro apartados (La escritura, La lectura, La mirada y La idea), Vila-Matas comparte reflexiones sobre algunos de sus autores preferidos, que son siempre los que se atreven a todo. También escribe sobre la labor de escribir, sobre algunas de sus obras y sobre actualidad, e incluso sobre la política, pero lo justo, porque lo que de verdad importa al escritor es la literatura. 

En varios artículos afirma Vila-Matas que le atrapan especialmente los relatos en los que no entiende nada. No quiere leer para que el autor le dé la razón, ni para que reafirme sus ideas preconcebidas ni mucho menos para sentirse más inteligente. No busca palmaditas en la espalda, ni mero entretenimiento, ni literatura ligera. Quiere frases que ardan, que estallen en la mente del lector. "Los libros que verdaderamente me interesan son aquellos que el autor ha comenzado sin saber de qué trataban y los ha terminado en la misma penumbra", leemos. De esta obra, aunque sea un compendio de relatos, se puede decir un poco lo mismo. Porque trata de todo un poco. Sobre todo, de la literatura, situada en su rol trascendente. 


El libro toma prestado para su título unos versos de René Char: "Impón tu suerte, abraza tu felicidad y ve hacia tu riesgo. Al mirarte, se acostumbrarán". El autor coincide con Duchamp, cuando escribió que el arte es la única forma de actividad por la que el hombre como tal se manifiesta como verdadero individuo". Cuenta Vila-Matas que, de joven, se dedicó a detectar escritores que se la jugaban. Y pocos resumen mejor esa actitud, que es la que adopta el propio autor de esta obra, como Mario Levrero, quien dijo: "no me fastidien con el estilo ni con la estructura: esto no es una novela, carajo. Me estoy jugando la vida". 

Así sitúa Vila-Matas la auténtica trascendencia de la literatura y el arte para él. No es algo que nos entretiene, no es un juego más o menos serio. Es algo mucho más relevante. El escritor muestra en varios de los artículos recopilados en este libro su devoción por Bolaño, de quien comparte varias reflexiones, como esta, también sobre la seriedad del oficio del escritor. "La literatura se parece mucho a la pelea de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái: pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tener el valor, sabiendo que previamente que va a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura". 

A Vila-Matas le fascinan las frases cortas, las novelas de unas pocas palabras, que encierran tanta sabiduría como obras inmensas. Dedica un artículo, por ejemplo, a Jules Renard, quien fue pródigo en estas citas célebres: "el hombre verdaderamente libre es el que sabe rechazar una invitación a cenar sin dar excusas", "aunque no habla, se sabe que piensa tonterías", "cuando me dicen que tengo talento, no hace falta que lo repitan: lo entiendo a la primera"... 

Al autor le atrae especialmente la ironía y el sentido del humor, síntomas de inteligencia. Por ejemplo, toma prestada una frase de Agatha Christie en la que la autora afirma que "no tiene la menor importancia, por eso es tan interesante", para escribir después que "la tendencia humana a interesarse en minucias ha conducido siempre a grandes cosas". Vila-Matas no soporta que se busque en las novelas de forma enfermiza y permanente referencias con el presente, porque hay obras que no tienen el menor vínculo con la realidad, sólo con una verdad literaria, que está en otro plano. Sencillamente, no tiene sentido. El autor recuerda una reflexión de John Banville en la que asevera que jamás se puede mezclar ficción y realidad. "Aún no comprendo cuál es el proceso, pero es como someterse a un trasplante de hígado: el cuerpo lo rechaza. La ficción, al menos la mía, repudia las ideas tomadas directamente del mundo". 

Este libro encantador sirve también como guía de lectura. Ayuda el índice onomástico que incluye al final, porque el autor da no pocas ideas de autores y obras atractivas, que uno ansía leer por cómo escribe sobre ellas Vila-Matas, autor inteligente, amante de la literatura feroz, en los márgenes, que no recorra jamás caminos trillados, es más, que se dedique a destruirlos. 

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