Brassaï: el ojo de París

"Tiene una mina de oro y explota una mina de sal", dijo Picasso de Brassaï, sobre su dedicación central a la fotografía pese a su talento como dibujante. Este dilema marcó la vida de Gyluca Halász, nacido en Bassó, de donde adoptó el nombre artístico por el que fue conocido. Él siempre quiso dedicarse a las artes tradicionales. Dibujó y también hizo esculturas. Pero su talento como fotógrafo, su mirada especial, le terminó conduciendo hacia la fotografía, disciplina por la que es más reconocido. Tiene algo irónico esta historia, la de un hombre que tiene tal brillantez en un área, la fotografía, que le aparta de la que de verdad le apasiona. La Fundación Mapfre de Barcelona acoge una bellísima exposición sobre Brassaï, titulada El ojo de París, en referencia a las fotografías más célebres del artista, las de la capital francesa, sobre todo de noche, especialmente en los bajos fondos. 


"Estaba ansioso por penetrar en ese otro mundo, este mundo de los márgenes, el mundo secreto, siniestro, de los mafiosos, los marginados, los tipos duros, los chulos, las prostitutas, los drogadictos, los invertidos. Equivocado o no, yo sentía en ese momento que este mundo subterráneo representaba el París menos cosmopolita, el más vivo y más auténtico, que en estas facetas pintorescas de su inframundo se había conservado de generación en generación, casi sin alteraciones, el folklore de su pasado más remoto", contó Brassaï sobre sus primeros trabajos en el París de los bajos fondos. La serie París de noche (1932) mostraba callejones oscuros, grupos de matones, prostitutas, mendigos. Fue una mirada distinta a la capital francesa, captada por primera vez en fotografía. El mayor mérito de esta serie, que fue la que le dio una enorme fama en su época, es que encontró motivos para sus obras en las calles, en escenas cotidianas, mejor de noche, mejor de personas en los márgenes de la sociedad, nunca antes retratados con la cámara. 

Soy un absoluto ignorante sobre cuestiones técnicas de la fotografía, así que no puedo opinar sobre ello, pero contemplando las fabulosas imágenes de Brassaï no dejo de pensar en lo complicado que tuvo que ser, con la falta de medios de entonces, con el desarrollo aún reducido de la fotografía en aquellos años, captar esas imágenes en el París nocturno. Hay imágenes maravillosas en la exposición, como la de algunas prostitutas en el único burdel en el que le dejaron fotografiar, la de un kiosko que abre con las primeras luces o la de un empleado que apaga las farolas de las calles. En el año 1932, Brassaï retrató con su cámara la fiesta anual que celebraban los homosexuales en el salón de bailes Magic City, por Pascua, desafiando toda convección y cualquier corrección burguesa. 

Brassaï también entró en los grandes salones y retrató a personajes relevantes de la época. Esas escenas no tienen la frescura de los retratos de la gente de la calle, de lumpen parisino, pero a cambio sí muestra una deslumbrante maestría en la composición de las imágenes. Jugaba con los espejos el autor, por ejemplo, para mostrar distintos ángulos de escenas cotidianas. Es especialmente bella Bal des Quatre Saisons, una fotografía de dos enamorados en un café parisino, mirándose y contemplando el mundo entero (a la izquierda). 

Las obras más conocidas de Brassaï son las del París nocturno y bohemio, pero el autor también fotografió la ciudad de día, con escenas cotidianas. Sin duda, el artista fue un adelantado a su tiempo en muchas cuestiones. Él le dio una trascendencia artística a la fotografía, una disciplina hasta entonces no considerada arte. Y él, por ejemplo, fotografío fascinado algunos grafitis en la calle, algo que, no hace falta decirlo, aún se ha tardado más en considerar una representación artística

Brassaï trabajó para la revista estadounidense Harper's Bazaar, lo que le permitió viajar por todo el mundo. Hay varias fotografías en Barcelona, Madrid y Sevilla, por ejemplo. El artista abandonó la fotografía durante la ocupación nazi de Francia, en la II Guerra Mundial. Siempre quiso volver, y nunca abandonó del todo, a las otras artes, al dibujo y la escultura, por ejemplo. Se relacionó con artistas, como Picasso, de quien escribió el libro Conversaciones con Picasso, o Dalí, a quien retrató junto a Gala. Brassaï, un artista conocido por algo que hacía como nadie, la fotografía, aunque él mismo siempre valoró más las otras artes. De algún modo, preso de su propio talento, de esa mirada peculiar tras una cámara fotográfica, labor en la que tenía claro que no se debe obligar al modelo a comportarse como si no hubiera una cámara delante. "Lo natural es no escamotear esa presencia. Lo natural en esa situación es que el modelo pose honestamente", dijo Brassaï, un artista conocido por su mirada especial sobre París, aunque pronto abandonó esa actividad de fotografiar el París nocturno con la que brilló en la juventud, y famoso sobre todo por sus fotografías, aunque lo que le gustaba de verdad era el dibujo, así de incontrolable es a veces el talento. 

Comentarios