Censura en Arco

24 horas después de la impresentable censura a una obra de Santiago Sierra en Arco, nadie ha dimitido, ni en la organización de la feria de arte contemporáneo ni en Ifema, que fue la institución que perpetró la censura. Ifema osó incluir en el comunicado en el cercenaba la libertad artística las palabras "desde el respeto a la libertad de expresión". Un insulto a la inteligencia, pues pasaba después a justificar la censura de la obra, básicamente, porque provocaba, algo que, al parecer, el arte no debe hacer. Qué disparate. Qué retroceso. Qué inmenso error. 


La obra en cuestión se llama Presos políticos en la España contemporánea y consiste en las fotografías pixeladas de varias personas, incluidos dirigentes independentistas catalanes, que el autor considera presos políticos. Al presidente del Comité Ejecutivo de Ifema, Clemente González Soler, le estalló la cabeza y pidió a la galerista que exponía esta obra en su stand, Helga de Alvear, que la retirara. Ella accedió, porque, dijo, estaba en casa ajena y nadie le puede exigir que retire ninguna obra de su galería, pero sí, al parecer, de este espacio público que acoge Arco. El artista, Santiago Sierra, sitúa en sus términos esta inaceptable decisión: censura pura y dura. 

Ifema, que está participada por la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, la Cámara de Comercio e Industria y la Fundación Obra Social y Monte de Piedad de Madrid, es la responsable de la censura de la obra. Al parecer, no todos los miembros de esa institución están a favor de semejante disparate, que no se puede aceptar en ningún caso, y menos aún en una feria de arte, que tiene la posibilidad, incluso diríamos que la exigencia, de provocar, de abrir debates, de resultar incómodo. De eso va, o puede ir, o casi tiene que ir, el arte. Obviamente, la censura es impresentable en el siglo XXI en España. Pero es que además consigue el efecto contrario al deseado por los censores, porque la obra de Santiago Sierra ha circulado como no lo hubiera hecho de ninguna otra forma por los medios de comunicación. También ha sido ya vendida por más de 90.000 euros. Una vez más, afortunadamente, el intento de censura no oculta una obra sino que le da aún más difusión. 

El máximo responsable de Arco, Carlos Urroz, dijo que él no hubiera retirado la obra, pero que fue decisión de Ifema. Lo que no comprendo es cómo puede seguir en su cargo sin haber presentado su dimisión irrevocable. Si eres el director de feria de arte y quien te acoge en su espacio te impide exponer alguna obra, claramente, has sido desautorizado por ese censor. También sería deseable que Arco no volviera a pisar Ifema, si quiere mantener su libertad y su independencia, porque visto lo visto, cualquier obra que incomode o moleste a sus gestores será retirada. 

La dimisión del máximo responsable de Ifema, me temo, ni está ni se le espera. Su visión inquietante e inquisitorial de la cultura asestó ayer un golpe duro a la libertad de expresión. Él puede pensar, e incluso argumentar, que no hay presos políticos en España. Le puede ofender muchísimo esa obra. Puede pensar incluso que es una obra horrible. Pero nada de eso le da derecho a censurarla

Las reacciones a esta censura de los partidos políticos depararon sorpresas positivas, como la crítica contundente de varios miembros de Ciudadanos a la censura, situando en sus justos términos la diferencia que existe entre discrepar políticamente con alguien y aprobar una censura a obras que den altavoz a esas ideas que desagradan. Pero también hubo declaraciones inaceptables, como la de la portavoz del PSOE en el Congreso, Margarita Robles, quien aplaudió la censura afirmando que "en este momento, todo lo que contribuya a tranquilizar el ambiente y la crispación es positivo". Como si el arte debiera contribuir a algo. Como si los artistas tuvieran que estar restringidos a lo que políticamente le interesa a este o aquel. Como si censurar obras de arte sirviera para algo distinto a poner a prueba el respeto a la libertad de expresión. 

Quizá se llevó la palma de reacción desfasada e inaceptable el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, cuya postura cómplice con la censura es aún más grave dado el puesto que ocupa. "No he visto la obra, pero lleva el título de 'presos políticos' y si hay fotografías de personas que no son presos políticos hace pensar que conceptualmente no estaba bien ajustada la obra y es un criterio artístico que se ha tomado en en cuenta a la hora de retirarlo". Cuidado, que este señor, con semejantes "argumentos", es secretario de Estado de Cultura. Como si el arte estuviera obligado a decir la verdad, como si actos de censura como el de ayer no armara de razones a quienes critican la imperfecta democracia y el insuficiente respeto a la libertad de expresión de España. Qué disparate. 

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