Resumen cultural del 2017 (y V): Viajes

Hemos dedicado estos últimos artículos del año a recordar los mejores momentos del 2017, que como cada año, son los que se pasan en compañía de un buen libro, en una sala de cine, en un teatro, en un concierto o, por supuesto, de viaje. Suelo decir que si tuviera mucho dinero no me compraría cochazos (de poco me servirían sin carnet de conducir), ni ropas caras ni casoplones. Viajaría. Viajaría mucho, continuamente. Porque pocas experiencias son tan enriquecedoras y gratificantes que los viajes. No sólo sirven para desconectar, para embellecer un poco la vida, para romper con la rutina. Es que además uno adopta una mirada mucho más abierta, más dispuesta al entusiasmo y al asombro. Dicen que la belleza está en los ojos que la contemplan y, sin duda, cuando viajamos nuestra mirada está mucho más dispuesta a captar lo bello que en el día a día, apresurado siempre


París fue, un año más, el mejor lugar donde disfrutar de la primera escapada del año. Estaba pendiente el Louvre. Dediqué una mañana entera a la pinacoteca, y aún así tengo la sensación de que me dejé mucho por ver. Como escribí en su momento, impresiona del Louvre esa vocación totalizante, de incluir todas las épocas, todas las culturas, con salas repletas de cuadros, que comparte con otros grandes museos. Uno busca inevitablemente la Gioconda, la obra más perseguida, pero se deja sorprender y cautivar por casi cualquier rincón. París, que es un museo al aire libre, alberga también un templo del arte colosal en el que el tiempo se detiene y, de pronto, en medio de un mundo gris y lleno de riesgos, cabe de nuevo la esperanza, al ver la belleza que es capaz de creer el hombre, al constatar que el mismo ser humano tan capaz de destruir y odiar lo es de construir y amar

La capital francesa, deleite de todos los sentidos, inauguró un año de viajes en el que también pude disfrutar de La Granja y de Segovia, lamentando cómo solemos dejar de lado y posponer durante demasiado tiempo la visita a esos tesoros tan cercanos. Impone el acueducto de Segovia, maravilla su Alcázar, con tanta historia, y cautiva la belleza de la Granja y sus jardines, inspirados en los del Palacio de Versalles. 

Siguiendo con esos paraísos tan próximos, con esos tesoros que, precisamente por su cercanía, a veces valoramos menos, este año también regresé a León, que conocí, pero hace muchos años. Tiene el encanta sosegado de las ciudades castellanas, en las que se respira calidad de vida. Por supuesto, impresiona su extraordinaria catedral, una de las más imponentes de España, sus calles peatonales por el centro, sus paseos frente al río y, como novedad, la Casa Botines, edificio construido por Gaudí, uno de los tres que creó el genio fuera de Cataluña, junto al Capricho de Comillas y el Palacio Episcopal de Astorga. Con sencillez, el museo, propiedad de Caja España, explica la construcción del edificio, detalles de la genialidad de Gaudí y una exposición de obras de la Fundación EspañaDuero. Todo un acierto ganar este espacio cultural para el público, abrirlo a visitas tras tanto tiempo. 

Bilbao, Donosti, Pamplona y Logroño, bendito norte, también fueron visitas inolvidables de este año. Donosti jamás dejará de sorprenderme, y eso que afortunadamente he ido con bastante frecuencia últimamente a este paraíso de mar y montaña, a esta joya delicada y hermosa. Me encantó Logroño, sus paseos y, claro, su comida. También Pamplona, con esas calles que uno, sin haber visitado, conoce ya un poco por los sanfermines. Y acabó con Barcelona, siempre Barcelona, donde pude volver este año a recorrer Las Ramblas el día de Sant Jordi, quizá el que más hermosa luce una ciudad que en cualquier época del año enamora. Una de esas pocas ciudades que no sólo me fascinan, sino en la que viviría con los ojos cerrados. Un lugar en el que ya me siento un poco en casa. Una ciudad en la que cuatro días fueron como unas largas vacaciones, tal fue la satisfacción y el bienestar paseando por sus calles. Volveremos pronto. 

Acabo deseando a todos muchos viajes, deseos cumplidos, sueños, ilusiones y salud para el próximo año. 

¡Feliz 2018!

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