Resumen cultural del 2017 (IV): Teatro

Aunque este año he ido al teatro menos de lo que me gustaría, creo que he acertado bastante en la selección de las obras. Casi todas las recuerdo con mucho cariño. Sin duda, fue especial Billy Elliot, el musical basado en la película sobre aquel chaval de una familia humilde que quiere bailar, que descubre en la danza una vía de escape a una realidad gris. El musical, con canciones de Elton John, lo tiene todo. La historia es muy tierna, las interpretaciones sin fabulosas, los números musicales deslumbran, el teatro cambia incontables veces de escenografía y el mensaje bello y necesario del arte como liberación, como última esperanza. 


Durante más de dos horas, el Nuevo Teatro Alcalá viaja atrás en el tiempo, a un pueblo minero en huelga, por los planes de Margaret Thatcher de cerrar las minas, es decir, su futuro, su única vía de subsistencia. En ese ambiente de precariedad y de falta de esperanzas, en medio de esa grisura, Billy descubre, como por casualidad, sin querer, la danza. Y el baile le atrapa. Se siente libre, siente, como canta en uno de los mejores momentos de la obra, algo especial, difícil de explicar, como si cantaran sólo para él. Siente electricidad. Se siente libre como un pájaro. De pronto, es él mismo. Más él que nunca. La obra es un canto a la libertad y la diferencia en la que brillan tanto los veteranos, como Natalia Millán, Carlos Hipólito, Adrián Lastra o Mamen García, como los niños, cuya excelencia interpretativa y en el baile dejan con la boca abierta. Cuando yo vi la obra interpretó a Billy Miguel Millán, sencillamente estratosférico. 

Otra de las obras que más me han gustado este año poco tiene que ver con aquella. Si allí se embellece lo cotidiano y se canta a los sueños, aquí se muestra la inquietante realidad de los medios de comunicación. en Zenit, la realidad a su medida, Joglars disecciona con enorme precisión los males de la prensa. Parece escrito por un periodista. Las exageraciones para captar audiencia, la relación conflictiva con el poder, el sensacionalismo, la precariedad de los becarios, la ceguera de directivos que se gastan un dinero que no tienen en modernas redacciones pero luego desprecian la experiencia de los periodistas, la confusión de lo importante con lo entretenido, el periodismo de zascas y clics, el desprecio a las noticias serias ("es que ese corresponsal siempre habla de lo mismo, guerra y miserias, miserias y guerra"), la concentración empresarial, la falta de independencia de tantos medios... Tan preciso y real que desgarra. Con un tono de sátira, esta obra divierte pero, sobre todo, remueve. Canta las verdades, como hicieron siempre los juglares y los bufones. 

También me encantó Escenas de la vida conyuga, obra con la que pude ver al fin sobre las tablas a Ricardo Darín, y en la que no deslumbra menos en absoluto su compañera de reparto, Andrea Pietra. La obra, basada en un proyecto para televisión de Ingmar Bergman, muestra la descomposición de un matrimonio. El espectador ríe, en ocasiones, incluso cuando menos indicada para la risa. Pero también piensa sobre la convivencia, el desgaste que provoca, la intensidad de los sentimientos hacia la pareja, la dificultad de mantener una relación, los silencios estruendosos, las conversaciones banales que esconden las importantes. Una mirada lúcida e inteligente que escapa de los tópicos sobre las relaciones de pareja. Arte, de Yasmina Reza dirigida por Miguel del Arco en el Pavón Kamikaze, es otra de las obras más interesantes que he visto este año. Una discusión sobre un lienzo en blanco que desvela algo mucho más profundo en la relación en un grupo de amigos. 

Este año también reí con Bajo terapia, una comedia que encierra un final del todo inesperado que redondea una historia divertida y con más fondo del que parece, y, por supuesto, acudí a la cita anual con el Festival de Teatro Clásico de Mérida, con la excepcional versión de Viriato de Florián Recio, que planteó un contundente alegato contra todas las guerras que resonó en la noche estrellada de la ciudad extremeña: "todas las tierras que beben sangre de hijos son tierras malditas", "patria, religiones, guerra. Siempre encuentra justificación quien quiere cometer una masacre". 

Completan mi 2017 teatral las divertidas comedias Cinco y acción y Hasta aquí hemos 'llegao', ambas, en la cartelera de Madrid de nuevo. 

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