Libros en la Plaza Mayor

Combinar libros con Madrid es siempre una buena idea. En primavera, el Retiro se llena de casetas con sus historias, los autores firmando obras a unos lectores ilusionados, los libreros recomendando libros, explicando las últimas novedades, con tiempo para compartir conversaciones en torno a una pasión común. Es la Feria del Libro una fiesta asentada, el gran acontecimiento cultural de Madrid, la gran fiesta literaria de la capital, uno de los momentos en los que más esplendorosa luce Madrid. Estos días se celebra en la Plaza Mayor otra feria, pero esta recién nacida, creada este año en el marca del Festival Eñe y de la conmemoración de los 400 años de la plaza. Es la I Feria de Editoriales y Librerías de Madrid. Una idea sensacional del Ayuntamiento que ojalá se asiente en próximas ediciones. 



Estamos en octubre y la ubicación es diferente, pero al entrar en la Plaza Mayor y ver las casetas, uno siente que está regresando a la Feria del Libro. Hay menos casetas y menos público, no nos engañemos. Pero la ilusión es la misma. Es una fiesta recién creada que sirve para celebrar la pasión por la literatura, para celebrar encuentros con los libros como punto en común. Y eso es siempre algo bienvenido. No es habitual en la Feria del Libro, por ejemplo, ver a autores de mucho éxito con pocos lectores aguardando sus firmas, como sucedía el sábado por la tarde. Pero poco a poco. Démosle tiempo a esta fiesta, que puede ser un impulso para el sector editorial y que, sin duda, es un motivo más para conocer editoriales o librerías que no teníamos en el radar, o a las que siempre es agradable regresar. 

Dicen las bolsas de la feria, patrocinadas por Bankia (igual que la Feria del Libro), que siempre hay un libro esperándote. Si sólo fuera uno. Entre novedades editoriales, nuevas ediciones de obras clásicas, libros de bolsillo de autores amados de los que uno está ávido de seguir descubriendo obras y sorpresas de esas que no esperas, es difícil poner límite a las compras. Más aún con ese mimo a las ediciones, cada vez mayor, gracias en buena medida a pequeñas editoriales convencidas de que, además de las historias que encierran las obras, es importante que el libro como objeto físico esté bien cuidado, que resulte atractivo, que sea algo que uno quiere tocar y conservar. 

Con las Navidades cerca, y con la montaña de libros de mi cumpleaños aún bien alta, había que controlarse, así que más que comprar (que también compré, claro), me dediqué a empezar a idear la lista de Reyes. Compré Los hombres me explican cosas, de Rebecca Solnit, y Momentos estelares de la humanidad, de Stefan Zweig. De la primera me atrajo su planteamiento y el tema abordado, la necesaria concienciación social contra el machismo, aún tan extendido en nuestra sociedad. Y de la segunda, sobre todo, las ansias por seguir leyendo a Zweig tras gozar con su excepcional El mundo de ayer, que es lo mejor que he leído en mucho tiempo. 

Al comprar aquel libro de Zweig, presentado como "catorce miniaturas históricas", hablé un rato con el librero. Le pregunté por la feria. Qué tal iba. Qué pálpito le daba. Él estaba contento. Agradecido al Ayuntamiento. Y feliz de que, gracias a esta feria, se pueda revitalizar un espacio histórico, la Plaza Mayor, que visitan mucho más los turistas que los madrileños. Y es cierto. Las casetas de libros le dan otro atractivo a este espacio, para los de aquí (de Madrid no es nadie y somos todos) y para los visitantes. A otra librera le escuché decir que "ésta es una feria imposible", pero no llegué a entender por qué. Ojalá se asiente y tenga una larga vida. A Madrid le sientan muy bien los libros en la calle. Luce especialmente hermosa con el brillo de las letras. En primavera y, ahora, en otoño. 

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