Errores, excesos y miserias tras el 17-A

La repugnante y miserable politización de la masacre terrorista de Las Ramblas en Barcelona no ha parado de crecer, con excesos verbales de gente sin escrúpulos que no tiene el menor reparo en intentar utilizar en su propio beneficio una masacre como esta, que tanto debería unir en el dolor a la inmensa mayoría de los ciudadanos. Sigo pensando que somos muchos más quienes no politizamos el atentado, quienes ni siquiera concebimos que haya tanta chusma, tanto miserable sin fronteras. Pero el caso es que, siendo sin duda una minoría, hacen mucho ruido, y cada es más insoportable y atronador. Esta semana, la publicación de El Periódico de Catalunya del aviso de Estados Unidos a los Mossos, la Policía, la Guardia Civil y el CNI ha despertado una enorme polémica, con muchas personas de todas las ideologías apresurándose a intentar sacar tajada política de lo ocurrido. 


Ha habido excesos de toda clase, desde quienes atacaban al periódico dirigido por Enric Hernàndez por orquestar una supuesta campaña contra los Mossos, hasta quienes han insinuado que los responsables de los atentados son los Mossos, o los independentistas, o ya puestos los catalanes, mucho más que los criminales que decidieron asesinar a personas inocentes. Afortunadamente, también ha habido reacciones sosegadas, de quienes valoran la información publicada por El Periódico, pero sin que les lleve a alimentar sus propios prejuicios, presentando al periódico catalán como un enemigo del plan independentista o aferrándose a la información para echar los muertos a la cara de la policía catalana, que es lo que obscenamente está haciendo no poca gente estos días. 

Es momento de recordar algunas obviedades. La primera es básica: los responsables de un atentado son los terroristas. Cada atentado es, en cierta forma, un error de las fuerzas del orden, pero es obvio que no se pueden evitar todos los ataques. También parece muy probable que avisos como el de Estados Unidos a Barcelona son el pan suyo de cada día de los cuerpos de seguridad y las unidades de inteligencia. Como es lógico, a los ciudadanos no nos llega esa información, pero es de una candidez infantil pensar que no hay avisos como este a diario. También parece lógico pensar que las policías y los responsables de la seguridad decidirán en cada caso si le otorgan credibilidad o no. A la luz de lo ocurrido, a toro pasado, es evidente que no estaba nada mal informado quien alertó del riesgo de atentado en Las Ramblas, pero el aviso era muy impreciso y alguien (al parecer en Cataluña y en el gobierno central) decidió que no era creíble. Todos cometemos errores. Esas mismas fuerzas del orden han evitado, no tengo la menor duda, otros ataques en el pasado. 

Lo razonable en este caso es extraer las lecciones precisas de lo ocurrido y aprender de los errores para intentar reforzar la seguridad en el futuro, pero desde luego sin insinuar de forma miserable que la culpa del atentado es la irresponsabilidad de los Mossos y, desde luego, sin ser tan despreciable como para sostener que, claro, es que la policía catalana está a otras cosas, a la independencia y demás. Es obsceno e impresentable. Igual que lo es sostener que toda información que critique a los Mossos es un ataque al plan independentista catalán y forma parte de una campaña orquestada. Los medios de comunicación están para dar noticias, aunque tantas veces no lo parezca. Cuando suceda, afecte a quien afecte, no deberíamos lamentarlo o pensar que es un montaje, sino celebrarlo, porque esa es exactamente su función. 

Cuando se informó sobre el presunto aviso, más bien petición informal de información, sobre el iman de Ripoll ocurrió algo increíble. Como al principio se pensó que esa información se había enviado sólo a las fuerzas de seguridad del Estado, no pocos independentistas atacaron a España por no compartir información relevante sobre posibles atentados. Cuando se supo que, en realidad, con quien había hablado la policía belga era con los Mossos, esos mismos independentistas restaron información al comunicado y pidieron no politizar algo tan serio. Entonces, muchos antiindependentistas criticaron al principio, con razón, que algunos politizaran el aviso, para empezar a politizarlo inmediatamente después cuando vieron que podían sacar tajada. Es impresentable.

Resulta obsceno que los sectarios de aquí y de allá (qué facilidad tiene todo el mundo para verlos enfrente y para no ver los que tiene al lado) politicen algo tan grave. Pero lo hacen. A diario. El mayor de los Mossos Trapero, a quien elogiamos aquí por su excepcional política de comunicación tras el atentado, ha cometido dos errores serios: el primero, negar el aviso de EEUU sobre el atentado cuando fue preguntado por ello y, el segundo, hablar de una campaña contra los Mossos de la que formaría parte El Periódico, al más puro estilo Trump y sus alucinaciones sobre las fake news. Naturalmente, nadie con dos dedos de frente culpara a los Mossos del atentado porque recibieran ese aviso, tan impreciso, y no evitaran el atentado. Pero mentir deliberadamente es un error imperdonable.

Respecto a quienes celebran la noticia porque consideran que les da puntos en su batallita ideológica sobre el proceso independentistas, esos que no han dudado en insinuar que la culpa de los atentados es de los Mossos antes que de los asesinos, su actitud es también insoportable. Entre otras cosas, porque la información que tanto aplauden dice con meridiana claridad que ese aviso llegó a sus detestados Mossos, sí, pero también al CNI, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Lo olvidan con frecuencia, porque eso quizá les estropearía su sectaria y miserable historia de un cuerpo de policía catalán incompetente, que tan bien les viene en su politiqueo de bajos vuelos. Los miserables sin frontera siguen siendo minoría, pero cansan y repugnan cada día más. 

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