Recordarán tu nombre

Una de las críticas más repetidas contra los creadores españoles, especialmente los cineastas, pero también los novelistas, es que cuentan demasiadas historias de la Guerra Civil. Es una crítica propia de personas que ven pocas películas españolas y leen pocas novelas de autores de aquí. Recordarán tu nombre, la última novela de Lorenzo Silva, demuestra hasta que punto sucede exactamente lo contrario. No es que se escriba demasiado de la contienda que desangró al país enfrentando a hermanos entre sí, es que hay todavía personajes y episodios desconocidos para el lector medio de aquella guerra. El escritor se propone rescatar del olvido la figura de José Aranguren, máxima autoridad de la Guardia Civil en Barcelona que se mostró leal a la República cuando un grupo de militares dio un golpe de Estado contra el régimen legalmente establecido, lo que le costó la vida

El autor explica al comienzo del relato que lo sigue es una novela sin ficción, que se ciñe a los hechos conocidos y que allí donde no sabe bien lo que sucedió, remarca que sólo plantea hipótesis. Pero hay pocos lugares de sombra en su libro, ya que está exhaustivamente documentado. Le interesa a Silva la figura de este hombre valiente, con sentido del honor, que no acató las órdenes de sus superiores que, cuando se proclamó la República tras el triunfo de sus candidatos en las elecciones municipales de abril de 1932, le pidieron actuar contra la población que se manifestaba en la Puerta del Sol de Madrid. Este buen hombre gallego que levantó el cuartel de la Guardia Civil en Alhucemas en medio de la guerra en lo que entonces era colonia española. Y, sobre todo, la historia personal de quien respetó la legalidad y no se sumó a los rebeldes que se levantaron contra la República, aunque sabía que se jugaba la vida. 



Silva detalla al comienzo del relato que esta historia es importante para él por muchas razones, que siente que le estaba esperando. Recuerda su vinculación con la Guardia Civil, de la que tanto ha escrito (su célebre saga de Bevilacqua y Chamorro) y que tanto admira. Habla de sus abuelos, quienes desde distintas posiciones en la Guerra Civil padecieron la sinrazón de una contienda fratricida. Y no esconde la admiración que siente por Aranguren, ese hombre que hace lo que cree correcto en momentos de extrema dificultad, y que hace todo lo que está en sus manos por salvar la vida de sus adversarios políticos, porque no se deja arrastrar por la oleada de violencia y venganza que inundó España aquellos años grises. 

Hay varios pasajes conmovedores e impactantes en el libro, que recorre todos los episodios clave de la vida de Aranguren y tarda en llegar al momento cumbre, su resistencia a unirse a la sublevación antidemocrática de Franco y compañía. Recrea el autor la conversación telefónica que mantuvieron el general Goded, al mando de la rebelión en Cataluña, y Aranguren, máximo responsable de la Guardia Civil. De la decisión de este última dependía en buena medida que Barcelona cayera en manos de los rebeldes o que continuara leal a la República. La historia de la Guerra Civil, y por tanto la historia de España, habría sido diferente si Aranguren se hubiera dejado arrastrar por el canto de sirenas de los militares golpistas. Pero no lo hizo. Defendió a la República, a Barcelona y a la Generalitat, aunque hoy, como bien reseña el autor, no haya calles ni reconocimientos públicos para él

En esa conversación, relata Silva, el mando de la Guardia Civil en Barcelona no deja lugar a dudas de su lealtad a la República. Goded amenaza con fusilar a Aranguren. Y no es una amenaza que no esté en su mano cumplir. Aranguren, sin embargo, replica: "Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y a sus juramentos militares. Pero si mañana le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor". 

En la línea de las novelas sin ficción de Javier Cercas, que vuelven también con frecuencia a la Guerra Civil, entremezclando la historia de España con la de su familia, como en la reciente El monarca de las sombras, esta obra de Lorenzo Silva transmite la verdad y la honestidad de quien deja claro que no está escribiendo un libro más, que la historia le remueve especialmente, que siente la obligación de contarla. Entre otras razones, como cuenta Silva ya casi al final de la novela, pensando en sus hijos, para dejarles una enseñanza, entre Pokemon y Pokemon. "Pienso que escribo este libro, entre otras razones, para que les quede por escrito todo lo que se han perdido; todo lo que como seres humanos y habitantes de este país donde sucedió aquel espanto, antes de que los parques se llenaran de criaturas virtuales, creo que les conviene recordar. Porque es la memoria serena y completa de la infamia, y no su olvido interesado y selectivo, lo que permite hacer justicia al pasado, al presente y al futuro". 

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