El monarca de las sombras

"Un joven idealista e intoxicado con radiantes discursos sobre el romanticismo del combate y la belleza purificadora de la guerra". Así describe Javier Cercas a su tío abuelo Manuel Mena en un pasaje de El monarca de las sombras. En otras partes de la obra lo describe de otro modo, pues esta obra, igual que el resto de novelas sin ficción del autor, se niega a sí mismo, da mil vueltas, viene y va, se lo cuestiona todo, a medida que el escritor indaga sobre la historia narrada, lo que da la sensación de que la novela se está escribiendo a medida que uno pasa las hojas. El monarca de las sombras es más que otra obra sobre la Guerra Civil. Para Cercas marcó un antes y un después la publicación de Soldados de Salamina. Ahora, vuelve al mismo periodo histórico. Quizá para zanjar aquella historia. O para contar la historia que de verdad, de forma camuflada, quería contar entonces. 

En principio, este libro narra la vida de un familiar de Cercas que "murió en el lado equivocado de la historia", batallando con el ejército franquista en la batalla del Ebro. Pero es, fundamentalmente, una aproximación a la historia de España. Igual que en sus obras anteriores, como El impostor o Anatomía de un instante, el autor acerca a una persona concreta para construir un retrato de la sociedad en que vivió. Le intriga a Cercas la historia de ese tío abuelo del que apenas se habla en su familia, pero que ha quedado para el recuerdo como una especie de héroe, con la foto de su inmaculado traje militar en una foto enmarcada en el salón de la casa familiar en su pueblito extremeño. El autor se enfrenta en la obra al pasado de su familia, un pasado incómodo, al que Cercas no juzga, pero que tampoco alaba. Sólo vuelve a él. Para intentar comprenderlo, para explorar las complejidades del ser humano. 


Parte el autor de un hecho ineludible: su tío abuelo se puso del lado de un golpe militar contra un gobierno legítimo y su familia, en buena medida, jaleó aquel golpe. No hay excusas ante ello. No hay medias tintas. Y, sin embargo, se pregunta el autor, sabiendo que su tío abuelo se equivocó de bando, que batalló por una causa innoble, él creía hacer lo correcto. Se desdobla en dos el escritor en esta novela sin ficción. De un lado, habla en primera persona, contando cómo preparó el libro, los viajes que hizo, con quiénes habló, qué incertidumbres tenía, las dudas sobre la conveniencia o no de contar esta historia. Del otro lado, una narración fría, escrupulosa, de historiador, de testigo fiel de una realidad, sin ir más allá de lo que ha podido demostrar sobre la historia de Manuel Mena. En esta parte del libro, que se va alternando con la de la narración en primera persona, se habla del autor del libro como "el novelista Javier Cercas", marcando distancia, jugando a ser otro. 

Además de su estilo inconfundible, ese que despoja de toda ficción la novela, el que desmenuza unos hechos o unos personajes del pasado, yendo y viniendo, negándose a sí mismo, haciéndose preguntas que a veces quedan sin responder, haciendo crecer la madeja de la trama, además de ese estilo, digo, de esta obra destaca la lucidez con la que Cercas rememora la II República y su traumático final, por el golpe de Estado de Franco. Habla de una "democracia que se estaba quedando sin demócratas". Va reconstruyendo la historia de su tío abuelo y, con ella, la de su familia, y un poco la de toda España en aquellos años grises de contienda fratricida. 

El autor, nuevamente, comparte en su libro cuestiones de índole personal. Uno cree que no necesitamos saber, por ejemplo, que a Cercas le gusta Gran Hermano y chirría leer detalles de la vida privada de David Trueba, amigo del autor que le acompaña en una de las primeras entrevistas sobre las que se asienta la historia de El monarca de las sombras. Pero no dejamos de reconocer la honestidad de quien se expone tanto en una novela. Este libro, además de servir de exorcismo para el autor, para quien Manuel Mena era una presencia constante desde su infancia, plantea una inteligente reflexión sobre todas las guerras, sobre cómo en todos los tiempos "jóvenes idealistas e intoxidados" de discursos altisonantes son enviados al matadero por ambiciones ajenas. Un libro, como todos los de Cercas, que deja poso, un ejercicio lúcido de memoria histórica. 

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